jueves, diciembre 9

Discurso a una Audiencia Imaginaria (Original)

Discurso a una Audiencia imaginaria

“Buenas noches estimados, este lugar que bien podría decirse que es mi casa nos ha acogido esta noche para que realice mi despedida. La verdad es que el proceso al cual me referiré se acabó hace un tiempo, hace poco menos de un mes con la guerra de agua, pero de todas maneras nunca pude darle un final o quiebre definitivo hasta hoy.

Quise hacer un discurso escrito pero preferí no hacerlo, las cosas que diga acá quiero que vayan surgiendo desde mi corazón, en el momento y no desde un papel. Perdónenme si es que quizás dejo a alguien en el tintero, todos sabemos que al finalizar discursos así uno termina soñando y pensando ¿por qué no dije esto?, ¿por qué sí dije aquello

Hoy vine a celebrar, pero no a celebrar mis logros, tampoco a celebrar un diploma ni la licencia de cuarto medio, mucho menos vine a exponer mis notas o algunas pruebas. Los invité a esta despedida porque quiero reconocerlos, ustedes son personas muy importantes para mí, en este gris edificio guardaré los mejores recuerdos de mi adolescencia, adolescencia en la cual ustedes estuvieron y fueron parte.

Cuando llegué en Séptimo (Básico) no tenía idea, ni siquiera, de dónde quedaba el colegio, jamás había oído su nombre, los términos PSU y SIMCE me eran indiferentes. Un sábado vine a dar la prueba, si quedaba yo sería feliz, si no también lo sería. Ese día me tocó la sala 23 después de ser parte de una fila enorme que llegaba hasta lo que hoy son los libros de San Diego. Un profesor de Historia fue el que me tomó la prueba.

En el Instituto (Nacional) aprendí el rigor del trabajo, la disciplina de estudio, las ganas de superación y la tolerancia frente a la diversidad. Hoy, mirando hacia atrás, creo que ha sido lo mejor que me ha pasado junto con tener la familia que tengo. Mi vida definitivamente no sería la misma, el solo hecho de tener que viajar todos los días en Metro o en micro me abrió un universo de posibilidades inimaginable.

El tema de la educación está en el tapete, yo espero que el Instituto (Nacional) siga siendo un foco de luz para este país, un lugar donde podamos conocernos como personas y explotar nuestros talentos. Yo no puedo ser indiferente a lo que pretenden hacer para mejorar la educación de nuestro país. El problema de fondo es lo que se entiende por calidad, ¿calidad es sacar más puntos en una prueba estandarizada?

Yo estoy agradecido, ustedes me han enseñado que la educación debe ser el alumbramiento de los jóvenes. Gracias a mis profesores, a mis compañeros, a mis propios padres y a un montón de personas más, durante esta etapa tan hermosa pude conocer no tan sólo cosas sobre el mundo que me rodea, sino que me conocí yo mismo, aprendí a quererme, a valorarme y a amarme. ¿Qué motivo de orgullo podríamos tener con 100 puntajes nacionales si de nuestras aulas salen alumnos infelices, alumnos máquinas, alumnos que no se conocen?

A propósito de la crisis que vivimos, la historia se repite. Manuel Montt en la época de la República Autoritaria tuvo que lidiar con problemas parecidos. Los profesores eran mal pagados, la profesión docente había perdido su sitial dentro de la sociedad, las mallas curriculares eran obsoletas, la educación tendió a privatizarse y hacerse exclusiva para la gente de mayores recursos. En ese tiempo, la gente a la cabeza trajo gente del extranjero para que aumentaran la investigación y fomentaran el desarrollo científico-humanista en Chile. Se mejoraron los pagos y se dignificó la profesión docente, entre otras medidas.

Actualmente el presidente (Piñera) quiere hacer reformas y, entre las medidas, quiere rebajar las horas de Ciencias Sociales. Me pregunto cómo es que vamos a valorar y aprender de nuestro pasado si no lo conocemos. Muchas de las soluciones para los problemas que vivimos están en el pasado, así como también la explicación para muchas de las problemáticas con las que lidiamos actualmente. Lo que hay que mejorar es lo que ocurre en la sala de clases, pero eso se logra con un trabajo a largo plazo, lo que sale de una oficina nunca mejorará inmediatamente la formación de los estudiantes ni generará logros, como dije, son procesos de largo plazo.

Sin embargo, acá no los reuní para hablar de política, extenderse más sería una falta de respeto hacia ustedes, ustedes han venido a escuchar las cosas que brotan a través del lápiz que sostiene mi mano. Muchas personas contestan que si no pudieran escribir, ellos dejarían de ser los mismos. En mi caso, eso no es así, para mí la escritura es un modo de expresión, pero tal como tengo las letras también tengo la fotografía y quizás después incursione en otros métodos, si yo no pudiera expresar algo definitivamente dejaría de ser yo mismo, pero perfectamente puedo vivir escribiendo o no.

Ahora procedo a leerles un relato que, en lo particular, es muy especial para mí. Muchos de ustedes quizás lo habrán oído brotar desde mi boca o lo habrán leído. Se trata de a lucha cotidiana y transversal que tenemos entre ser nosotros mismos y seguir nuestros sueños o de ahogar los mismos a causa de lo que podrían pensar las demás personas."

[Lectura del relato "Lucha Invisible"]

“Hoy amigos son ustedes los que me están regalando su tiempo, su disponibilidad, su atención y su cariño. Esto me recuerda a “El Baile de la Victoria” de Antonio Skármeta. Para que no queden colgados y entiendan la relación les cuento que Victoria es una bailarina de ballet aficionada que soñaba con bailar en el (Teatro) Municipal. Sin adelantarles mucho de la trama, pues recomiendo mucho ese libro, su pololo, Ángel Santiago, junto a la profesora de arte de la muchacha, su cómplice en lo que va a ser el robo del siglo y un montón de personas más logran realizar una estratagema para que el teatro quede vacío. En ese lapso de tiempo, ella ofrece una presentación de baile a todos los asistentes que son sus amigos y la gente que la apoyó tras su expulsión del colegio.

Me siento agradecido de ustedes por esto, porque son ustedes mis presentes, la gente que ha estado conmigo dentro de estos casi seis años. Hace poco, a mediados del año pasado, tuve una crisis que marcaría el fin de mi adolescencia. En un momento dado, pese a tener muchas personas con quienes contar, me sentí solo, muy solo. Toqué las puertas que creí que siempre abrirían, porque convengamos en que uno siempre limita el número de puertas por diferentes motivos o circunstancias.

De todas las puertas que toqué, ninguna abrió. Estuve alrededor de un mes con un carácter irascible, una mirada perdida, buscando alguien que se diera cuenta y me hiciera cambiar. Nunca se me pasó por la mente un suicidio por si es que están preocupados por eso, jamás lo pensaría, pero sí me sentí un desgraciado. Fue una profesora la que me sacó de ese estado, se percató de lo que me estaba pasando e insistió muchas veces para que le dijera qué es lo que me aquejaba. Aunque no se lo dije, el gesto en sí me sacó del suelo.

Tras muchas horas pensando, buscando una manera de salir de esta crisis, llegué a la conclusión de que los amigos no son los que dicen que van a estar, sino los que están. La amistad también no es una relación durable en el sentido de que siempre van a estar las mismas personas, el hecho de que alguna vez no estén no significa que ya no son nuestros amigos. Todas las personas pueden ser mis amigos, todos alguna vez pueden ayudarme, pueden apoyarme, ya no tengo sólo una o dos personas con quienes contar, puedo contar con cualquiera.

La soledad de este momento crítico se fue acrecentando con el paso del tiempo y la falta de respuestas, esto porque lo anterior es lo que concluí. Una sombra me comentó que todos me habían dejado solo, que nadie se había preguntado siquiera el motivo de mi mal humor. Le contesté que era verdad, efectivamente nadie me había preguntado nada, sólo se habían molestado conmigo.

Ahora que no tenía a nadie y me encontraba indefenso ante tamaña criatura, ésta me dijo: “¿Qué vas a hacer? Todos esos que se llamaban tus amigos te han abandonado, estás solo, te dejaron solo. Nunca te comprendieron, nunca te entendieron, nunca fueron tus amigos. Todo aquello que sembraste antes, todas esas amistades que habías cosechado ahora no están.” “Tienes razón. Esta soledad es el fruto de una mala siembra, pues los he dejado botados. La culpa es mía”, le contesté. “Estás solo, solo, solo, solo, solo” me insinuó la oscuridad. “¿Y qué con que esté solo? No estoy solo, el de arriba me acompaña.”, le dije y tras decirlo, la sombra se fue durante dos días.

Eso es verdad, aunque también hay que contar que con uno mismo basta y sobra. Podía no tener amigos ni personas a las cuales contarles mis problemas, podía no tener a nadie que me ayudara o supiera de esta crisis, pero el solo hecho de tenerme a mí mismo era motivo suficiente para salir, porque cuando uno está solo contra el mundo el límite de lo posible y lo imposible se va diluyendo, uno no sabe de dónde pero va sacando fuerzas igual, yo no me rendí, no conozco esa palabra aunque sí estuve en el suelo, bien abajo y bien complicado.

Tras esos dos días, la sombra volvió. Me restregó en la cara el hecho de que nadie me necesitaba, todos podían hacer su vida sin mí. Él tenía razón en ese momento, muchos de mis amigos tenían otros paños de lágrimas, otras personas a las cuales contarles sus problemas, otras personas con quienes compartir, llegó un momento en que me había vuelto inútil, un lindo recuerdo para muchos pero nada más. Pese a esto, le dije que era por mi culpa también, tras haberlos dejado botados muchos buscaron otras personas para reemplazarme.

Después de una conversación con aquella sombra siniestra, le dije que no me importaba, era el precio que tenía que pagar por todo lo que había dejado de hacer. Al finalizar, le contesté que “quizás hoy no me necesitaban, quizás hoy no les servía para nada, pero mañana… mañana alguien me puede necesitar y tengo que estar ahí para esas personas, alguno de ellos recordará mis palabras y saldrá adelante”. A partir de ese momento, salí de la crisis. No puedo decir que salí solo, de no ser por el gesto que les mencioné de mi profesora, es muy probable que la crisis se hubiera extendido más tiempo, aunque nunca con consecuencias fatales.

¿Qué les puedo decir? Muchas veces nos vemos enfrentados a diversos conflictos, nos sentimos solos, nos sentimos infelices, que nadie nos quiere, nadie se preocupa por nosotros, que nadie nos necesita. Pero uno nunca está solo, siempre tiene gente detrás aunque ésta ande con una actitud pasiva, porque detrás de nosotros, de nuestro carácter, de nuestra forma de ver la vida, está también la visión de las personas que nos han acompañado, los consejos que nos han dado, las virtudes que hemos admirado y replicado, en fin. En última instancia, nosotros mismos podemos con todo lo que nos pongan, nunca tendremos una carga que no podamos llevar.

Yo agradezco al cielo por esta crisis, porque es en los peores momentos donde surge lo mejor de nosotros, esa crisis y su salida me ha impulsado a estar aquí hoy, toda esa energía liberada, todo ese fuego que surgió dentro de mí tras vencer a la sombra en su propio juego me ha sostenido todo este año. Hoy vine a compartir esto con ustedes, porque ustedes están dentro de mí, aunque no hayan hecho nada, ustedes estuvieron conmigo siempre, tal como yo siempre estaré dentro de ustedes.

Mi vida está hecha para servir a los demás, si no sirvo a otras personas, si no dejo huella, si no le doy alegría o un consuelo a los que me rodean, no sirvo. Para mí lo peor que sentí en esa crisis no fue la soledad, a mí me da lo mismo la soledad, pero el sentir que nadie me necesitaba, que nadie requería siquiera de algún consejo, de alguna palabra, de algo pequeño, el sentir que no estaba sirviéndole a nadie fue lo peor. Si no le sirvo a otras personas, si paso por sus vidas sin dejarles algo bueno, algo bonito, mi vida habrá pasado en vano para esa persona.

Para mí, no hay cosa más hermosa como cuando me piden ayuda, algún consejo, alguna opinión, algún favor. Soy feliz ayudando a otras personas, por eso estoy tan agradecido de ustedes. No ha sido fácil, creo que lo anterior evidencia la crudeza de algunos momentos que viví, pero esta vez creo que no me he equivocado, todos ustedes son mi cosecha de esta temporada. Ustedes me han hecho sentir importante, gracias a ustedes estoy acá con la imperiosa necesidad de contarles todo esto. Acá hay gente a la que le debo mucho, gente que me ha enseñado a ver la vida con otros ojos, gente que me ha dado lo mejor de sí, que ha compartido sus problemas, sus premios conmigo.

Ustedes creyeron en mí, la presencia de cada uno de ustedes es importante. Para mí, todos ustedes son importantes, los que no vinieron también, tendrán sus motivos. Yo les agradezco, no cualquiera se da el tiempo de escuchar tanto tiempo a una misma persona. Ha sido un agrado cruzarme con sus vidas, la presencia de cada uno de ustedes me ha marcado de tal manera que sin uno solo de ustedes mi vida ya no sería la misma.

Mi casa está siendo testigo de una despedida más que emotiva. Gracias a esta mole de cemento pude conocerlos a ustedes, esto es el fruto de un camino que tomé hace seis años y del cual no me arrepiento. Si alguna vez la sombra ésa se acerca a ustedes y quiere hacerles sentir lo mismo que me hizo sentir a mí, recuerden que nunca están solos, siempre hay alguien al lado de uno. Y si sienten que verdaderamente están solos, pues con ustedes basta, ustedes de por sí ya son una persona, pueden hacer lo que quieran, el límite lo ponen ustedes, pero a la hora de dar esas peleas espirituales, uno nunca puede renunciar a sus sueños ni a sus metas.

Los quiero mucho, un abrazo gigante para todos y espero que mi presencia en su vida haya sido tan grata como lo ha sido la suya en la mía. Espero también encontrarme, dentro de cinco o seis años más, dentro de este edificio en alguna sala del sector contiguo.


09 de Diciembre de 2010 - Biblioteca del Instituto Nacional

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