jueves, febrero 16

Cambio de Letrero (Personal)

Al ritmo de The Story, hoy parto una reflexión bien personal, mi propósito no es que me lean, si no simplemente escribir y desahogarme un poquito. Hace tiempo que no lo hago y, creo, que es pertinente hacerlo. Sería más lindo e íntimo hacerlo en privado, en una hojita de papel, pero prefiero hacerlo aquí, a alguien puede servirle y me sirve de recordatorio.

Me he equivocado. Estos tres años me he equivocado, preferiría pensar que fue por ingenuo (en algún momento lo fue) pero estaría mintiendo, una parte de mí ya lo advertía. Si les puedo decir una cosa, es que la tibieza no lleva a ninguna parte. Estar al medio solo hace que, los de un extremo te abofeteen y los del otro también. Hay cosas en las que tender al centro sirve, como la política. Pero en otros aspectos, como la consecuencia, los ideales y, particularmente, las creencias religiosas, la tibieza es como una cizaña. Hay cosas que yo no transo, una de ellas son mis creencias, yo soy cristiano y, aunque no creo haber cometido tantas faltas graves, sí reconozco que me he equivocado harto, que he dejado de lado muchas cosas a las que debí darles mayor importancia y que quiero cambiar, mejorar.

Hay mucha gente que cree que la Biblia es un libro casi de condena al ser humano, que piensa que Dios es solo un Ser que castiga y reprende, que califica o crea perjuicios, que tu vida tiene que ser aburrida o tienes que ser tranquilo como una foto para cumplir sus mandamientos, en fin. En realidad, la clave es una sola, si lo amas, no vas a intentar pecar, pero no por miedo, si no por amor. Es como cuando uno tiene a sus papás y trata de que no lo reten, pero no por el condicionamiento o la reacción del reto, si no para que las relaciones sigan siendo amenas, para no dañar ese amor (que aguanta muchas cosas, por cierto). Al contrario de lo que mucha gente piensa, para mí, ser cristiano me ha hecho ser libre, porque, ¿qué es más liberador que el amor?

Entiendo y comprendo que para mucha gente sea difícil comprenderme o comprender a otra persona cristiana que realmente sea cristiana (porque mucha gente dice y no hace nada), la reacción debería ser parecida a la que yo tengo para los que creen en otras cosas. Yo también pasé por un período (para algunas personas es toda la vida) en que no sentía nada, tampoco me llamaba la atención y, en fin, vivía como cualquier mortal. La diferencia está en que busqué, por alguna razón siempre he tenido inquietudes espirituales, busqué, leí y sentí (después de mucho tiempo, no fue inmediato). Sé que son pocas las personas que realmente llegan a sentir ese amor, esa piedad, esa paz en sus vidas y me apena, fuera por mí, me encantaría que todas las personas, antes de declararse ateas o de negar a Jesús, le dieran una oportunidad y lo buscaran. Por eso escribo esto y también por el descuido que he hecho, quiero recuperar algo que me pertenece, y es esa paz. 

Esa paz divina de la que les hablo no implica meditaciones, sesiones de yoga, encierros a pan y agua, latigazos, lecturas kilométricas, privaciones ni llantos fingidos por culpas que nunca se han sentido. En mi caso, se trató de orar. Para muchos, orar significa hacer el rezo correspondiente, saludar para arriba y dormirse, pero una recitación de memoria no es un acto de comunicación. Orar es más que eso, todas las noches, desde pequeño, hablo con Dios, para alguien común sería hablarle al aire, pero cuando tienes inquietudes y vas recibiendo respuestas, notas que ese aire es mucho más que aire (aunque yo siempre lo tuve claro). No hay engaño en pedir, pero también uno tiene que tener fe, sin fe no se consigue nada. ¿Cómo se consigue la fe? ¡Buscando pues! Es como cuando tienes que estudiar, ¿cómo quieres aprender si no te lees el libro o lo que el profesor te dejó para que hicieras la prueba?

He vivido las tres cosas, la etapa de no sentir ni percibir nada, de ser quizás un poquito menos de indiferente; la otra hermosa de sentir esa paz, ese amor, esa sabiduría y sentirse también realizado; y la última que es el equivalente a tener un hermoso cultivo en un terreno y que se haya marchitado por falta de cuidado. La gente no pasa de la primera, pero no es ningún consuelo estar en la tercera. Me faltó disciplina. ¿Para qué vamos a estar con cosas? Uno tiene tiempo para lo que quiere y dispone, para el resto pone excusas. Yo la perdí de repente y, aunque la he intentado recuperar esporádicamente, no me ha resultado por falta de cuidado. 

Para alguien que nunca ha sentido nada, que nunca ha tenido una que otra inquietud espiritual, quien considere las creencias religiosas como un mito o algo desdeñable (no es que los mitos lo sean), quien hable pestes de Jesús cuando ni siquiera se ha dado el trabajo de leer las cosas que hacía y los propósitos que tenía, le resultará casi una patada en ciertas partes que yo le diga que soy cristiano, que amo a Dios y lo respeto, que intento ceñirme por mis mandamientos, que pretendo seguir siendo cristiano y que quiero recuperar esa cosilla especial que me hacía sentir el espíritu liviano (muchos nunca han podido sentirlo siquiera), esa tranquilidad de saberse querido y resguardado por Dios, ese amor de Padre que te corrige pero que también te perdona. Oh vamos, Dios es más bondadoso de lo que pinta la humanidad, pero claro, como los problemas suelen tener más resonancia que las bondades, he ahí un problema.

La gente, en estos tiempos, habla de los cristianos en un tono despectivo. No es que antes no haya sido así también (de hecho, el mismo Jesús anticipa que siempre sería así), pero a mí no me importa. Ya estuve inundado de las cosas de este mundo durante estos tres años y sé que la felicidad que tuve, en el largo plazo, terminó siendo un vacío. No pasé grandes crisis, tampoco me peleé con gente, pero abandoné por descuido lo más valioso que tenía y no voy a transar en ello. Me da igual si me apuntan con el dedo, se quieren alejar de mí o "misteriosamente" comience a ver más tropiezos en mi vida, estoy dispuesto a hacerlo por las convicciones que tengo. Hay gente que muere por un pedazo de tierra y por una bandera, yo lo hago por amor y por mis creencias.

Hay veces en que realmente quisiera que las demás personas pudieran estar en mi pellejo un tiempo, que pudieran ver las cosas con mis ojos y percibirlas con mis sentidos, esas pequeñas coincidencias que nunca son azarosas, esas cosas que he pedido y que se han cumplido, esas promesas escritas hace miles de años y que siguen vigentes para aquellos que creemos y amamos a Jesús. Los seres humanos podemos fallar, de hecho, últimamente yo siempre comento que los favores los hago en la medida de lo posible, y que en la amistad no prometo estar siempre, pero prometo hacer lo mejor que pueda. Lo hago así porque ya me he equivocado, ya he decepcionado a gente y, aunque suene quizás un poco raro decirlo, no me agrada dañar a la gente, sea que me haga daño o sea un amigo/a. Nosotros fallamos, pero Dios nunca me ha fallado. Al igual que muchos, cuando he estado más perdido y desorientado he acudido a él (porque claro, en tiempos de felicidad, ¿quién necesita una esperanza?), y me ha respondido, cada una de las cosas que he pedido, se han cumplido. No digo que vaya a ser la panacea y que se pueda pedir todo, y poco menos que se le pueda reclamar a Dios porque algo no se cumple (ja! como si fuera un contrato)... pero cuando estás entregado a lo que Él quiere de ti, en realidad, siempre encuentra la manera de darte lo mejor.

Estar con Dios no es sinónimo de felicidad extrema (como podría pensarse dado este escrito), de hecho, es bien derrotero en el aspecto humano. Siempre te pasan cosas, la gente no te entiende, te cuestionan, te intentan probar, tienes que escuchar comentarios como "¿Y por qué no te protege tu Dios de blábláblá?" o, peor, ver como a otros cristianos los molestan y te bajan ganas de romperles la boca (obviamente, uno pide que algún día sepan con lo que se están metiendo). Dios nunca prometió que seríamos felices a su lado, de hecho, nos señaló lo mismo que comenté antes pero en palabras más universales. Lo que sí prometió fue amarnos, conducirnos (cuando te entregas claro), cuidarnos, respaldarnos y ayudarnos en ese camino que llaman vida. Tampoco dijo que no seríamos probados, todo lo contrario, lo que más viviríamos serían pruebas, porque solo así se ve el valor de las cosas y se mejora. Leyéndome como humano me suena un poquito tonto quedarse en un camino tan difícil, pero la recompensa lo vale, ese amor divino y la promesa de la vida eterna lo valen por creces. Las cosas que yo podría y puedo hacer por Dios nunca serían suficientes para todas las que ha hecho Él conmigo, partiendo por el hecho de que esté aquí escribiendo esto.

Comprendo también que a la gente ajena a esto le pueda molestar que se predique en las calles, yo también pensé que era molesto cuando alguien se paraba en una esquina con un megáfono y se ponía a hablar sobre algún versículo de la Biblia. Pero creo que es algo necesario, los profetas también hacían algo parecido para hablar de la palabra de Dios y la reacción era la misma, la gente los aborrecía porque les decía en su cara que estaban mal y tenían que cambiar. (¿Cuál es la típica reacción? Que molesto... yo no estoy mal). Yo tengo que agradecerle un montón a la gente que se pone a predicar en las micros, porque más de algún buen palo me ha llegado ahí y me ha servido para cambiar cosas en las que estaba equivocándome, o me ha dado una palabra de aliento (ambas situaciones, sin que ellos sepan claro) cuando me he sentido solo, culpable y decepcionado. Las predicaciones, sean del modo que sean, operan del mismo modo en que lo hace un pescador, es tirar la caña con el anzuelo y esperar a que algún pez pesque. Ni siquiera se trata de que se queden embelesados escuchando la palabra de Dios o que se pongan a conversar después con el que está predicando, se trata de que alguien escuche, más de alguna persona que esté de paso escuchará, se quedará callada, continuará su camino y pensará en lo poco que escuchó. También es como hablarle al aire, pero yo lo veo más como poner una semillita.

Las cosas que he vivido, las que he logrado, las que se me han negado, en general, todo lo que es mi vida y lo que me ha permitido seguir viviendo, creo que ha sido gracias a Dios y gracias a las personas que Él puso para que me acompañaran. No creo que sea necesario hablarles de mi vida entera y de episodio tras episodio, porque aunque las cuente, en realidad, todo esto se trata de creer o no creer, de tener o no tener fe. Alguien que tenga el corazón cerrado y no quiera saber nada con Jesús, de seguro ni siquiera habrá llegado a esta línea o pensará seriamente un montón de cosas malas en su cabeza (¡a que soy adivino! que predecibles son las personas). Yo solo puedo dar las gracias, las gracias por ese simple hecho de poder vivir. 

Antes pensé que quedándome callado y hablando por mis acciones, hablando con mi vida, alguien iba a darse cuenta de lo bonito y genial que es tener una vida con Jesús. Dejar de preocuparse por cuestiones terrenales, dejar de tratar pequeños problemas como verdaderos monstruos, dejar de ver también la vida como algo vacío y saber que hay un propósito en todo esto, dejar de ver lo que no se tiene y pensar en función de lo que sí tenemos. La relación con Dios, aunque tradicionalmente se hace en una Iglesia, en realidad está pensada con cada uno. No es que eso excluya a la iglesia y no sea bueno que uno vaya, el punto es que la relación Dios-persona es algo personal, que cada uno va construyendo y cuidando con su vida, no son nuestros papás, ni nuestros hermanos, ni nuestros tíos, ni la gente de una iglesia o algún sacerdote los que van a hacernos estar más cerca o más lejos de Jesús, somos nosotros.

Respeto a la gente que tenga otras creencias y/o tendencias, también los amo y los quiero como seres humanos y prójimos que son, pero se pierden de muchas cosas por ignorancia, no es que sea su culpa directamente, pero si quisieran buscar y creer en algo que de verdad sirve, es verdadero y reconforta, me podrían entender y hablaríamos de las mismas cosas, no seríamos agua y aceite, sino agua con agua (o aceite con aceite, como lo prefieran). No transo en mis creencias, desde ahora en adelante, pretendo cambiar el letrerito de mi micro, desde "En Tránsito a Servicio" o "Posicionamiento" (o como quieran llamarlo, el concepto es el clave) ... a en servicio, ¿qué les parece? "Amando a Cristo". Quiero volver al lugar donde debería estar.

Para concluir, un versículo archi conocido pero que también se puede aplicar aquí: "Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1 Corintios 13:13)

P.D = Realmente, el mundo y muchas de sus cosas, es bien fome cuando se ha cultivado la parte espiritual. Cultívenla, busquen una Biblia y pónganse a leer (si quieren, léanse Proverbios y los Salmos primero, o los cuatro Evangelios), reflexionen, oren. Hay cosas que cambian para bien.

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