viernes, agosto 30

Alteridad y el valor de la rutina

Uno valora lo que tiene hasta que lo pierde, ¿no? Bajo esta premisa, cada vez que me toca estar sometido al estrés de cierre de semestre en la universidad, tener que estudiar muchísimo para poder tener una calificación que me permita aprobar de buena manera y que ojalá refleje todo el esfuerzo y conocimiento que hay detrás, pienso que lo mío no es tan problemático como otras realidades.

En un principio, con la posibilidad de usar la alteridad, pensaba en esos países lejanos que vivían tiempos de guerra, donde el solo hecho de poder salir a la calle y tener una cierta rutina diaria sin mayores complicaciones propias de la vida urbana, es un lujo. Tener que estudiar para unas pruebas no se ve tan complicado ni amargo como tener que arreglárselas para sobrevivir todos los días. 

También imaginaba mi destino hace 100 o 150 años atrás, probablemente habría tenido que trabajar en alguna mina, me habría muerto en la infancia por mis muchas enfermedades, en ese sentido, poder estudiar es sin duda todo un privilegio de mi tiempo, de mi familia y de mi formación. Quizá si me hubiese quedado en el colegio donde estaba y no hubiera entrado al Nacional, estaría en un mundo de burbujas, ignoraría muchas cosas y me habría perdido de los mejores momentos que he vivido en mi vida. Mi vida podría ser tan diferente.

Pero ya dejando un poco lo lejano, lo exótico, lo extremo del asunto. Con los trabajos que he ido realizando he podido conocer algunas realidades y me he sorprendido. Ya les adelantaba en otro de mis escritos, lo mucho que me dolía ver cómo las grandes empresas ahorraban costos a través de los subcontratos y los sueldos mínimos. Compartir con gente que lo máximo que podía aspirar era ganar 300 lucas o matarse trabajando haciendo turnos extra, personas que no han podido tener una buena educación y se gastan la plata en puras tonteras, personas que se jactan de sus maldades o las maldades de otros.

En lo más cercano, me duele también la triple pega de mi mamá: ser mamá, trabajar y hacer de dueña de casa. Tener que levantarse todos los días tempranito para ir a dejar a mi hermana, tomar desayuno, encargarse de la administración del hogar, del abastecimiento del mismo, de tener todo contadito, y hacer su turno de cajera en el supermercado, a veces llegar a la medianoche...eso es bien duro. Me duelen también las duras vivencias de personas que han tenido que salir adelante sin el apoyo de sus familias, con hijos a cuestas, viviendo en poblaciones muy complicadas y exponiéndose mucho. Al final, tener que cerrar el semestre, por muy molesto que pueda ser, termina siendo un mal menor.

Me dan más ganas de estudiar, no por conocer más. En algún momento de mi vida tuve hambre por conocer y comprender las cosas humanas, pero a estas alturas no me llama mucho la atención. Creo que hay cosas más importantes que las que están en los libros. Me dan ganas de estudiar porque no quiero eso para mi vida, es decir, sí quiero tener una familia, poder tener hijos, poder establecerme en algún lugar apacible y ojalá que no sea caro ni sofisticado, pero quiero trabajar en alguna cosa donde pueda usar a fondo mis capacidades, pueda cumplir una labor social y donde me puedan pagar un sueldo justo. 

Dios quiera que sea así, por mientras, a cerrar el semestre, ¡que no es nada comparado con lo que viven otras personas!





lunes, agosto 26

Cura

Ríos de lava brotaron desde las laderas,
dejé fluir la lava quemando las flores,
se empieza de nuevo, siempre se empieza
desde cero.

El cielo mandó su lluvia para cerrar las rocas,
el tiempo cura.

miércoles, agosto 14

Rebeldía 1

Hace tiempo que no escribía, pero lo hago desde la necesidad. No de dinero, ni tampoco de comunicar algo a alguien, sino de plasmar lo que me pasa, lo que se teje por debajo, entre las sinapsis de mis neuronas y el palpitar de mi corazón.

Considero que el hecho de tener una sola vida y por lo mismo, de tener un tiempo limitado, nos pone en la casi obligación de disfrutar la vida que tenemos. El problema es que no lo hacemos, por muchos y variados motivos.

Me apena que en las estructuras sociales y las condiciones de vida del país en que vivo, aunque el escenario haya mejorado respecto de cómo era la vida de las personas hace 50, 100 o 150 años (en el sentido de que, por poner un caso, los niños no tienen que trabajar en las minas o están tan determinados a vivir de una cierta manera), de todas maneras se nota que en la gran mayoría de las empresas, no hay un afán de preocuparse tanto por su gente.

Siento profundamente -quizás más que las propias personas que trabajan de esta manera- que hayan grandes empresas que recurran a la tercerización u outsourcing, sobre todo considerando que estas últimas suelen pagar mucho menos que lo que correspondería y juegan con la antigüedad laboral de sus trabajadores. Lo mismo que el salario que muchas empresas grandes (y no me digan que los locales de comida rápida, los cines y aquellos sitios donde se concentran los trabajos de jóvenes con poca experiencia) pagan a sus trabajadores pudiendo darles un mejor estándar de vida. 

Me duele mucho ser consciente del problema estructural de mi país, Chile. Siento que por más que se hagan manifestaciones y reclamos legítimos por la poca accesibilidad a los puestos de poder (una élite cerrada), la poca disposición también a resolver los problemas de la gran masa de gente entre las que me incluyo aunque no soy tan pobre como otras personas por parte de los reales líderes del país va a terminar menoscabando cada vez más las estructuras políticas y sociales en las que nos movemos.

Hay muchos reclamos que son sumamente válidos y más allá de cuestiones ideológicas, tienen sentido común, pero que no se van a hacer por la posición económica chilena. Haciendo el paralelismo, en una pequeña caleta -porque olvidémonos de pensar que somos una gran ciudad- lo único que te va a dar un cierto futuro laboral es aprender sobre la mar, aprender sobre la pesca y reproducir los esquemas que han vivido tus papás. Preocuparse por la educación y la formación intelectual de los niños de la caleta...¿para qué?, ¿para qué si van a terminar trabajando pescando, venderán pescados, cocinarán pescados o se dedicarán a atender otras necesidades de la caleta como vender cosas en un almacén?, ¿para qué si los tenemos condenados a ser subordinados? 

Si Chile quisiera, si la élite que tenemos se pusiera de acuerdo y quisiera tener un país desarrollado, industrializado y próspero, créanme que lo tendríamos. Que no nos vengan con cuentos de que por ser un país con poca población no podemos hacerlo, Singapur es un país con un territorio más pequeño que la ciudad de Santiago, carente de muchos recursos naturales y... ¡oh! son un país desarrollado. Todas esas lecciones que le dio la historia a la élite con el tema del salitre no les sirvió de nada. El salitre era explotado por los ingleses. El cobre es explotado por extranjeros. ¿Qué será de Chile cuando acabe el cobre? Sepa Moya.

La estafa institucionalizada de las AFP, que son las Administradoras de Fondos Previsionales. Los mismos que controlan los supermercados, los bancos, las tiendas de retail, las empresas productivas de Chile, los mismos son los que chupan esa plata desde nuestros sueldos con la excusa de que se preocuparán de nuestra pensión, pero sabemos que es mentira, que nuestros dineros sirven para financiar a esas mismas empresas. Yo sigo pensando en que Chile es como una gran mina de salitre antigua, en la cual estabas atado por un sueldo miserable (¡anda a tener dinero para irte!), donde la máxima distracción de la miseria es tener algo de pan y circo (que ahora se llama fútbol, y que antes también fueron las putas), y donde se te paga con fichas para comprarle todas las cosas a tu empleador. ¿Qué ha cambiado? 

Yo no reclamo sólo por la precariedad del país que tenemos, que aparenta ser un país tremendamente exitoso y lo es, pero sólo para la élite. No adscribo a ninguna ideología, tampoco me interesa formar parte de algún partido político, sin quererlo la posmodernidad ha terminado tocando tanto las fibras de mi vida que sólo soy un sujeto de mi época, aunque no lo quiera ni me parezca de lo mejor, pero soy un reflejo del tiempo que vivo, como un charco de agua refleja el cielo del día de hoy, no el de ayer ni el de mañana. Lo que me choca es la mediocridad. Se creó un discurso -porque lo es- de que la clase media podía surgir con esfuerzo, que parte de la supuesta identidad chilena implica que somos flojos y llegamos tarde a otras partes. ¿Saben? Son discursos, quieren que pensemos eso, ¡pero no tenemos porqué hacerles caso!

... tengo que seguir escribiendo mi ensayo para la universidad, no sé si la universidad sea realmente la respuesta que la gente necesita, con una educación tan precaria para muchas personas -y en esto, más allá de los profesores que reconozco que tienen un trabajo súper importante y sacrificado-, quizá lo más importante sea enseñarles a ser felices con lo que tienen y con lo que son, aunque todo huela a podrido alrededor.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...