viernes, diciembre 13

Detenido en el tiempo. Flotar no es una respuesta

¿Por qué estoy aquí? Es raro, probablemente si hubiese visto el futuro y viera mi situación actual, me preguntaría qué decisiones fueron las que me llevaron a esto y trataría de evitar esos errores. Pero no, no me arrepiento de haber tomado este camino, de haberme caído tantas veces y de haber cometido errores, aunque sé que hay personas que han salido lastimadas. 

¿Si soy feliz?, ya finalizando el mes de diciembre, puedo decir que vivo añorando algo que sé que no vendrá. Tengo algunas teorías que me podrían servir de explicación, porque no deja de resultar paradójico haber querido una cierta cosa...y que yo no esté apretando cachete considerando que recibo lo que yo llamaría: la realización de mis pesadillas y temores iniciales. Bueh, igual es aguantable, no es tan malo, asumo que me pasó como al sapo que lo fueron calentando en la sopa (Iba a poner un link que sirviera de explicación, pero a falta de él lo explico: un sapo estaba dentro de una sopa, de forma gradual le iban calentando la temperatura del agua, él lo fue aguantando a pesar de que se iba sintiendo mal conforme aumentaba la temperatura, siempre de forma muy gradual, hasta que subió mucho y murió. El desgaste, recibido de a poco, tiende a ser más tolerable que el mismo desgaste de una sola vez).

Pensé en escribir esto como un poema, donde cada lado representaba una vereda, cada palabra era un diálogo que no era diálogo, porque eso es lo que (creo que) somos. Palabras que van y que vienen, pero que no construyen ni constituyen una unidad. Como personas que caminan en veredas opuestas y se tiran aviones de papel, pero que llegan a destiempo. En parte es triste, quisiera poder decir que la culpa es sólo mía, así me sería más fácil remediarla, pero en estas cuestiones, las cosas son de a dos, las responsabilidades son de dos. Igual, hay una parte rescatable, y es notar una diferencia entre lo tolerable y lo deseable.

Pienso que mi gran error fue la ingenuidad, la falta de experiencia y una cuota de idealismo. Es algo que escapa de mis manos, por lo que no me pienso torturar con ello, pero hay cosas que se me escaparon de las manos. Después de años de soltería, observando parejas, escuchando tanto a hombres como mujeres sobre sus distintas problemáticas, sus historias, las cosas positivas y negativas de ellas, fui formando una idea de cómo quería que fuera mi relación de pareja. Con alguna que otra modificación, mis ideas permanecen casi intactas, pero me siento estancado porque no las puedo llevar a cabo. 

Y es que llevar una relación no es nada fácil. Lo sería si uno no se comprometiera emocionalmente, no es que la racionalidad sea el mejor de los modos (pues no creo que lo sea), pero ese involucramiento y el "no querer dañar al otro", en personas corazón de abuelita como yo hacen chutear, minimizar, analizar y pensar en soluciones o mitigaciones a los problemas antes de enfrentarlos.

Sigo pensando que la forma más fácil y bonita de llevar una relación, que por cierto es lo que asumo como valor deseable, es tener una comunicación fluida con la otra persona. Más allá de clichés, el hecho de no contar con una buena comunicación es como poner un cadáver en un lugar. Empieza a oler a podredumbre y se llena de moscas. Una buena comunicación es oportuna, te permite conocer lo que le pasa a la otra persona y también te da la libertad de expresar lo que te pasa, saber que serás escuchado y que al otro lado la otra persona se preocupará de darte una respuesta, de hacerte sentir seguro o de brindarte lo que necesites.

No puedo decir que mi relación es mala, pero ciertamente no puedo afirmar que me siento libre, estos últimos meses he optado por la vía del silencio, de hablar lo justo y necesario, de no abordar conversaciones, problemáticas profundas o cosas que requieran un compromiso. En un principio fue una reacción, pero ahora me está empezando a acomodar y esto no me gusta. No me gusta, porque yo no estoy hecho para callar, para ponerme una mordaza en la boca ni para perder todo ese bagaje de cosas maravillosas que puedo compartir. Durante un buen tiempo tenía la idea de que la relación no tenía un equilibrio, en el sentido de que yo sostenía la acción, y que en caso de no hacer mi papel... nadie lo haría. La realidad le da la razón a mis aprehensiones, es triste que tu conciencia te diga "te lo dije".

Es una crisis fea, esto de encontrarse en una relación estancada. Y es que analizando cómo se fue sucediendo la historia, esto es el llamado mal menor. Sin querer caer en proporcionar una historia sesgada, obviamente las razones que ve mi punto de vista pueden ser diferentes del ajeno. Pero, en una relación de pareja donde la instancia para verse es el estudio, donde las actividades universitarias no dejan tiempo (o bajo el supuesto de que las personas hacen efectivamente lo que quieren hacer dentro de sus posibilidades: corrijo, no nos hacemos el tiempo), donde el gran panorama desestresante es caminar por la misma calle y no decirse absolutamente nada ... es cierto que a lo largo de mi vida no he visto la rutina como algo malo, es decir, no es malo verse todos los días, o compartir mucho tiempo juntos, o compartir deberes y chocar a veces cuando hay que hacer trabajos. 

Los problemas no son las circunstancias, sino que ellas no se gestionen de forma inteligente: una relación donde no hay un tiempo dedicado a compartir cosas íntimas y que tampoco propenda a que haya una comunicación fluida... yo podría apostar morbosamente a que fracasa y le diría al que me pregunta que deje de estar parado en un lugar que no le corresponde (otra paradoja: es fácil dar consejos, difícil es seguir tu misma lógica para resolver salomónicamente tus problemas).

Yo me aburri de buscar, idear, preocuparme y pensar en soluciones. Lo que propuse, o bien no generó un diálogo conducente a un consenso, o bien generó una crisis o un problema de estabilidad. Meses atrás, estaba las 16 horas del día analizando qué cosas podía hacer para mejorar o mitigar una situación, para adaptarme o ver la manera de conversar las cosas para establecer un rayado de cancha. Hoy las cosas son diferentes. 

Pensé que tenía que ver con la llamada fase de enamoramiento, pero el desencanto tiene más que ver con actitudes y con formas de comprender la vida, esta crisis no tiene que ver tanto con la aceptación. Uno tiene que aceptar a las personas como son, al menos desde una mirada más idealista, y valorarlas a partir de eso, ojalá ensalzando sus puntos positivos. ¿Pero qué puedes hacer cuando ya no le ves gracia?, ¿Qué puedes hacer cuando añoras que esa otra persona se fije en las cosas que hace y haga un esfuerzo por hacer las cosas de un modo diferente? ¿Qué pasa cuando quieres cambios, conversas o tratas de presionar, y termina siendo regresivo? Las teorías chocan con la práctica, sobre todo en relaciones humanas. El diálogo y la comunicación fluida son por lejos el mejor lubricante (a largo plazo) de una relación (porque a corto, sabemos muy bien que las cortas distancias sirven más), ¿y si la otra persona no te comunica? ... ¿qué hacer?

Enfrentarlo, tratar de ser lo más honesto posible, no sé si sea mejor dar tanto detalle o hacer tanto hincapié en la historia, aprender de los errores propios y ajenos. Yo quiero seguir, aunque a ratos mis pensamientos me digan que es mejor que mis pies se vayan a otro lado, y la historia... bueh. Flotar no es una opción, la vida es una, las decisiones que tomemos son las que determinan en gran parte lo que somos y lo que seremos.

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