En la antigüedad -como si fuera tan viejo- yo no controlaba tanto mis pensamientos negativos, así que cuando se me metían intentaba decírselos a la persona que me pareciese la más adecuada, pero me equivocaba en la forma y terminaba arrepentido de tales pensamientos, así también pasaba con algunos de mis escritos, me gustaba generar el suspenso pero no a partir de seres mágicos porque nunca he sabido escribir fantasías (aunque mis sueños son las cosas más fantásticas que conozco...) y por eso incursioné en historias con finales sumamente trágicos.
Pero aprendí, gracias a mi sabio padre, que "el que escribe tiene un poder inmenso sobre el que lee, porque él te asume como una persona que puede aportar algo en su vida", ¿Qué quiere decir esto? Cuando yo escribía aquellas cosas melancólicas, me preocupaba de decirle al mundo lo mal que yo me sentía, me desahogaba y tenía una buena cantidad de personas pensando en qué le pasaría al malogrado protagonista, sin embargo, muchos de mis receptores podían contagiarse de esa melancolía y cuestionarse demasiado sus propias vidas, si pasaban por un momento de crisis y quisieran hallar una palabra de aliento en mi obra, probablemente no lo encontrarían porque nunca me había preocupado de ellos.
Debieron pasar dos episodios importantes para que yo me pusiera a pensar en mí mismo y en los demás al momento de escribir, el primero fue el hackeo de mi primer fotolog donde estaba escribiendo "Narración de un Recuerdo" (mi obra más trágica) y el segundo, ya más personal, sobre una discusión que casi termina con lo que yo deseaba en ese entonces.
Fue un proceso gradual, me fui dando cuenta que no era necesario que escribiese cosas melancólicas para poder desahogarme, pues contaba con mis colchones (Jesús, Claudia y Benjamín) y también yo mismo me estaba empezando a afirmar cuando la cosa se ponía más menos dura. Desde ese momento, seguí escribiendo en mis momentos más críticos pero, en vez de contar mis desdichas y sentir pena por mis problemas, escribía aquello que necesitaba oír de mí mismo y escuchaba las voces de mis tres amigos para ver cuál era la mejor decisión (visión espiritual - visión femenina/amistad - visión masculina/amistad). Me dirigía a una persona que podía tener los mismos problemas que yo tenía, y le decía lo que yo le diría para que tuviese más fuerza, más ánimo y ganase la batalla.
Hoy es una semana de esas que yo llamo "momento crítico", estoy lleno de panoramas que no me dejarán estudiar, se vienen pruebas estratégicamente vitales para poder terminar bien este fabuloso año escolar, he hecho un esfuerzo enorme porque funcione lo de Educación Física y mis piernas realmente no dan más, pero no me importa, porque estoy mentalizado para responder de la mejor forma en el momento crítico, sólo debo actuar y callar, a medida que actúe el problema se irá resolviendo y me quedará más tiempo para pensar, si necesito respirar basta con que escriba para exhortarme a seguir adelante, basta con hablar con Claudia y contarle que me pasa algo, o discutir con Juanito acerca de la amistad, pensar en las dudas existenciales de Benjamín (sorry) y, por supuesto, leer la Palabra de Dios.
Escribir es quizás una de las cosas más hermosas que me ha tocado vivir, porque no me cuesta redactar algo y me lo tomo siempre como un desafío -pobres profes de Lenguaje... deben soñar con mi letra de hormiga y los ítems de redacción-, pero más allá de eso, he aprendido que es un don, es un poder y como tal, debo utilizarlo para construir cosas tanto en mí, como en los demás. No es malo contar las cosas malas que nos pasan, tampoco es bueno pensar que la vida es un cuento lleno de finales felices y nunca hay un problema, pero siempre es bueno mantener un equilibrio y ponerle un peso adicional al lado positivo.
Así que ya saben, mi consejo es que, si tienen momentos críticos, en vez de escribir lo pésimo que les fue, las probables consecuencias que esto pueda traer o darse en el pecho por los errores cometidos; piensen en las soluciones, constrúyanse ustedes mismos la salida, dénse cuenta que hay grandes alamedas en sus vidas y sólo necesitan un cambio de visión para poder ver las maravillas que nos rodean.
Mis respectivos saludos y agradecimientos a los mencionados y a aquellos que se dan el tiempo de leer. Que Dios esté con todos ustedes y les bendiga enormemente.
Ariel Cruz - 21/11/2008
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