lunes, julio 11

Seré tu ángel, aunque no creas en ellos

Advertencia: Nuevamente este escrito es personal, no se pase películas ni piense que es para usted después de leer esto, porque aunque tú seas la persona a la cual me refiero, de todas formas no te diré nada sobre mis sentimientos ni mucho menos te daré pistas sobre cómo desnudar mis emociones. Sí, reconozco que soy un cobarde, pero si me llegas a querer -alguna vez- tendrás que aceptarme así, tal como soy.

... here we go!

Eres una caja de pandora, igual que yo; eres casi una suerte de alma gemela; eres fuego y a la vez eres un pedacito de hielo. No creerías todo lo que me provocas, que no es mucho pero que tampoco es poco; es porque te veo desde arriba, cada vez voy descubriéndote más y cada vez veo tus contradicciones, las voy entendiendo, las voy imaginando y me voy poniendo en tu lugar.

Me interesas, me entretiene conocerte, incluso más que a otra gente, porque no dejas de parecerme frágil. Tal como lo oyes, me provocas ganas de abrazarte, de decirte que las tormentas algún día acaban, que no todo en esta vida es sufrir; me dan ganas de tomarte y llevarte a conocer el cielo, acariciar tu pelo y decir: "Estás en mis manos, no dejaré que nada te pase".

Me provocas dulzura, me provocas ternura. Cada vez que necesitas algo, me dan ganas de volar y darte lo que necesitas en tu mano; aunque no lo hago en todas las ocasiones siguiendo una de las lecciones que me enseñó esta vida "¡Ariel! Tienes que aprender a decirle que no a las mujeres". De todos modos, igual te trato mejor que a las demás. Si para el resto soy amable, para ti lo soy el doble. Si al resto de las mortales pienso en hacerle favores, a ti te los hago sin chistar.

Seré tu ángel, aunque no creas en ellos. No me importa, seré tu ángel igual, te guste o no. Pero ... sólo seré eso. No puedes quererme de la forma en que (normalmente) querría que me quieras, por diferentes motivos, por lo que sólo me dedicaré a salvarte tantas veces sea necesario, a ayudarte para que no te estreses innecesariamente, a cuidar de ti para que nada malo te pase sin pedir o buscar nada a cambio. Tendré la misma buena y/o mala suerte que he tenido con todas, seré tu compañero, seré tu amigo, pero nunca algo más que eso.

Es que, haciendo el símil con Paolo Giordano, somos como dos números primos, estamos lo suficientemente cerca como para vernos, pero de todos modos estamos separados, sin poder tocarnos, como el 11 y el 13; el 21 y el 23; el 41 y el 43; el 17 y el 19 ... y nunca nos vamos a tocar, porque no estamos hechos el uno para el otro ni para caminar juntos.

Me verás sonreír, quizás incluso hasta me veas sonrojar el día en que se me olvide reprimir mis emociones; puede ser que descubras que el brillo en mis ojos lo generas tú; puede incluso que te hable inconscientemente de mis sentimientos y te generes la idea de que realmente se trata de ti de quien estoy hablando; puede que por el golpe anímico de las cosas que me provocas me confiese en clave, diciéndote lo que siento sin que lo entiendas a propósito, o que me declare a través de esos pequeños detalles que te hago.

El punto es que nunca sabrás lo que me pasa, y si me llegas a acorralar y a descubrir, lo negaré, te mentiré, te diré que se trata de otra persona, incluso te diré sobre la otra persona y sobre qué cosas amo de esa otra persona, y lo haré solamente para protegerte, porque este ángel puede hacerte daño si baja a la Tierra y te enamoras de él.

¿Por qué puede que te haga daño? Es simple, el amor se trata de aceptar al otro tal como es, de quererlo con sus virtudes y defectos, pero... una relación amorosa también implica una proyección. Hay algo de ti que impide que me acerque más, una especie de frontera invisible que te hace un amor prohibido. Te puedo amar, pero no me puedo proyectar contigo. Eres casi perfecta, de no ser por ese defecto me tiraría a la piscina y lucharía por estar contigo pero ...

Prefiero renunciar a tu corazón, porque para poder amarte con todo mi ser tendrías que cambiar ese defecto, y yo no soy quien para hacer que lo hagas. Me quedaré como tu ángel, buscaré el modo de hacer que seas la mujer más feliz del mundo, te mostraré todo aquello que quieras conocer, te contendré cuantas veces lo necesites, daré lo mejor de mí para poder verte sonreír, y no pediré nada a cambio, pues no estoy en planes de recibir nada.

En cuanto a mí, prefiero renunciar a ti para que seas feliz; que conquistarte para cambiar ese defecto y hacerte mi mujer perfecta; no me molesta estar solo, no me molesta renunciar, tampoco es algo que me agrade, pero tengo que ser fiel a mis leyes y a mis sentimientos, me parece que es lo mejor para los dos. Si por segunda vez me acorralas y me haces confesar, pensaré en decírtelo, pues recién ahí consideraré mío tu corazón, y siendo eso algo irremediable, no me quedará más que aceptarte y aceptar mis sentimientos, aún pese a ese defecto que tienes de no tener alas de ángel ni de creer en ellas.

...

De todos modos, no es algo que me preocupe mucho, pues no es malo amar de la misma forma a más de una mujer, sería malo si no fuese soltero, pero lo soy. El día en que una de ellas me tome para sí, la otra no existirá para mis ojos. Mas, tampoco es algo que me preocupe mucho, queda mucho tiempo para que alguna de las dos se dé cuenta. Estoy casi seguro de que nunca lo sabrán.

Ariel Cruz Pizarro

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