Es impresionante el darse cuenta, y vivir en carne propia, que se está a sólo un paso de Dios. No sé si seré el único, espero que no... que hayan miles y millones de personas que puedan decir lo mismo.
A veces el mundo, con sus exigencias y sus expectativas, hace que te olvides de quien te creó, que lo postergues y cuestiones si realmente existe. A menudo los seres humanos caen en la tentación de privilegiar el materialismo, el dinero, ese hambre insaciable de tener más y más cosas que no necesariamente necesitamos. El preocuparse más de las cosas pasajeras, de aquello que sólo pertenece a este mundo, y dejar a un lado el espíritu. Con frecuencia, en este mundo cada vez más corrupto y negro, vemos el hambre de poder de grandes empresarios, políticos, y hasta religiosos. Ese afán de poseer todo (tierras, empleados, ganancias) y sentirse en la punta más alta del mundo... mundo que no importa, mundo pasajero en el cual sólo vivimos un ciclo... mundo en el que destruyen y consumen a aquellos que van abajo de la pirámide donde ellos son la punta desde la cual se traza la altura hacia la base. El orgullo a muchos nos ha pasado la cuenta en ciertas ocasiones, el orgullo de haber hecho esto, de darse crédito a sí mismo y no reconocer todo lo que Dios ha hecho por nosotros; el orgullo de la humanidad de decir que adoran a otros seres inferiores y que se han desprendido totalmente de Dios...
Sin embargo, se está a sólo una oración de enmendar el paso equivocado y volver al camino recto, aquel derecho hecho por Dios para que nosotros caminemos sin tropiezo, lleno de bendiciones y con la convicción de que somos guiados por alguien que ve mucho más allá de lo que nosotros jamás veremos.
Muchos dicen, "es muy tarde"... pero nunca es tarde, sólo es tarde si desde ya te resignaste a vender tu alma al mundo, pues si realmente deseas salvarte... sólo necesitas tener fe en quien resucitó.
He vuelto al camino recto, por estudiar tanto la historia de un pueblo que decidirá el destino del mundo entero dejé de lado la espiritualidad de la misma historia, ahora me pongo a tono con ello, equilibrando la balanza y dejando más pesado el lado del espíritu. Pues, un hombre no sólo se alimenta de pan, sino que de la Palabra de Dios.
Ariel Cruz Pizarro - 20/07/2008
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