viernes, diciembre 13

Detenido en el tiempo. Flotar no es una respuesta

¿Por qué estoy aquí? Es raro, probablemente si hubiese visto el futuro y viera mi situación actual, me preguntaría qué decisiones fueron las que me llevaron a esto y trataría de evitar esos errores. Pero no, no me arrepiento de haber tomado este camino, de haberme caído tantas veces y de haber cometido errores, aunque sé que hay personas que han salido lastimadas. 

¿Si soy feliz?, ya finalizando el mes de diciembre, puedo decir que vivo añorando algo que sé que no vendrá. Tengo algunas teorías que me podrían servir de explicación, porque no deja de resultar paradójico haber querido una cierta cosa...y que yo no esté apretando cachete considerando que recibo lo que yo llamaría: la realización de mis pesadillas y temores iniciales. Bueh, igual es aguantable, no es tan malo, asumo que me pasó como al sapo que lo fueron calentando en la sopa (Iba a poner un link que sirviera de explicación, pero a falta de él lo explico: un sapo estaba dentro de una sopa, de forma gradual le iban calentando la temperatura del agua, él lo fue aguantando a pesar de que se iba sintiendo mal conforme aumentaba la temperatura, siempre de forma muy gradual, hasta que subió mucho y murió. El desgaste, recibido de a poco, tiende a ser más tolerable que el mismo desgaste de una sola vez).

Pensé en escribir esto como un poema, donde cada lado representaba una vereda, cada palabra era un diálogo que no era diálogo, porque eso es lo que (creo que) somos. Palabras que van y que vienen, pero que no construyen ni constituyen una unidad. Como personas que caminan en veredas opuestas y se tiran aviones de papel, pero que llegan a destiempo. En parte es triste, quisiera poder decir que la culpa es sólo mía, así me sería más fácil remediarla, pero en estas cuestiones, las cosas son de a dos, las responsabilidades son de dos. Igual, hay una parte rescatable, y es notar una diferencia entre lo tolerable y lo deseable.

Pienso que mi gran error fue la ingenuidad, la falta de experiencia y una cuota de idealismo. Es algo que escapa de mis manos, por lo que no me pienso torturar con ello, pero hay cosas que se me escaparon de las manos. Después de años de soltería, observando parejas, escuchando tanto a hombres como mujeres sobre sus distintas problemáticas, sus historias, las cosas positivas y negativas de ellas, fui formando una idea de cómo quería que fuera mi relación de pareja. Con alguna que otra modificación, mis ideas permanecen casi intactas, pero me siento estancado porque no las puedo llevar a cabo. 

Y es que llevar una relación no es nada fácil. Lo sería si uno no se comprometiera emocionalmente, no es que la racionalidad sea el mejor de los modos (pues no creo que lo sea), pero ese involucramiento y el "no querer dañar al otro", en personas corazón de abuelita como yo hacen chutear, minimizar, analizar y pensar en soluciones o mitigaciones a los problemas antes de enfrentarlos.

Sigo pensando que la forma más fácil y bonita de llevar una relación, que por cierto es lo que asumo como valor deseable, es tener una comunicación fluida con la otra persona. Más allá de clichés, el hecho de no contar con una buena comunicación es como poner un cadáver en un lugar. Empieza a oler a podredumbre y se llena de moscas. Una buena comunicación es oportuna, te permite conocer lo que le pasa a la otra persona y también te da la libertad de expresar lo que te pasa, saber que serás escuchado y que al otro lado la otra persona se preocupará de darte una respuesta, de hacerte sentir seguro o de brindarte lo que necesites.

No puedo decir que mi relación es mala, pero ciertamente no puedo afirmar que me siento libre, estos últimos meses he optado por la vía del silencio, de hablar lo justo y necesario, de no abordar conversaciones, problemáticas profundas o cosas que requieran un compromiso. En un principio fue una reacción, pero ahora me está empezando a acomodar y esto no me gusta. No me gusta, porque yo no estoy hecho para callar, para ponerme una mordaza en la boca ni para perder todo ese bagaje de cosas maravillosas que puedo compartir. Durante un buen tiempo tenía la idea de que la relación no tenía un equilibrio, en el sentido de que yo sostenía la acción, y que en caso de no hacer mi papel... nadie lo haría. La realidad le da la razón a mis aprehensiones, es triste que tu conciencia te diga "te lo dije".

Es una crisis fea, esto de encontrarse en una relación estancada. Y es que analizando cómo se fue sucediendo la historia, esto es el llamado mal menor. Sin querer caer en proporcionar una historia sesgada, obviamente las razones que ve mi punto de vista pueden ser diferentes del ajeno. Pero, en una relación de pareja donde la instancia para verse es el estudio, donde las actividades universitarias no dejan tiempo (o bajo el supuesto de que las personas hacen efectivamente lo que quieren hacer dentro de sus posibilidades: corrijo, no nos hacemos el tiempo), donde el gran panorama desestresante es caminar por la misma calle y no decirse absolutamente nada ... es cierto que a lo largo de mi vida no he visto la rutina como algo malo, es decir, no es malo verse todos los días, o compartir mucho tiempo juntos, o compartir deberes y chocar a veces cuando hay que hacer trabajos. 

Los problemas no son las circunstancias, sino que ellas no se gestionen de forma inteligente: una relación donde no hay un tiempo dedicado a compartir cosas íntimas y que tampoco propenda a que haya una comunicación fluida... yo podría apostar morbosamente a que fracasa y le diría al que me pregunta que deje de estar parado en un lugar que no le corresponde (otra paradoja: es fácil dar consejos, difícil es seguir tu misma lógica para resolver salomónicamente tus problemas).

Yo me aburri de buscar, idear, preocuparme y pensar en soluciones. Lo que propuse, o bien no generó un diálogo conducente a un consenso, o bien generó una crisis o un problema de estabilidad. Meses atrás, estaba las 16 horas del día analizando qué cosas podía hacer para mejorar o mitigar una situación, para adaptarme o ver la manera de conversar las cosas para establecer un rayado de cancha. Hoy las cosas son diferentes. 

Pensé que tenía que ver con la llamada fase de enamoramiento, pero el desencanto tiene más que ver con actitudes y con formas de comprender la vida, esta crisis no tiene que ver tanto con la aceptación. Uno tiene que aceptar a las personas como son, al menos desde una mirada más idealista, y valorarlas a partir de eso, ojalá ensalzando sus puntos positivos. ¿Pero qué puedes hacer cuando ya no le ves gracia?, ¿Qué puedes hacer cuando añoras que esa otra persona se fije en las cosas que hace y haga un esfuerzo por hacer las cosas de un modo diferente? ¿Qué pasa cuando quieres cambios, conversas o tratas de presionar, y termina siendo regresivo? Las teorías chocan con la práctica, sobre todo en relaciones humanas. El diálogo y la comunicación fluida son por lejos el mejor lubricante (a largo plazo) de una relación (porque a corto, sabemos muy bien que las cortas distancias sirven más), ¿y si la otra persona no te comunica? ... ¿qué hacer?

Enfrentarlo, tratar de ser lo más honesto posible, no sé si sea mejor dar tanto detalle o hacer tanto hincapié en la historia, aprender de los errores propios y ajenos. Yo quiero seguir, aunque a ratos mis pensamientos me digan que es mejor que mis pies se vayan a otro lado, y la historia... bueh. Flotar no es una opción, la vida es una, las decisiones que tomemos son las que determinan en gran parte lo que somos y lo que seremos.

martes, noviembre 12

Un poquito de comprensión: Estudiar y trabajar a la vez

El otro día conversaba con alguien que estudia la misma carrera que yo, y que a la vez trabaja atendiendo público. Me decía que se encontraba desmotivada a veces, que se sentía cansada, que aunque le gustara la carrera y la universidad, sentía que sus fuerzas caían y el cansancio se apoderaba de ella. Y yo le dije que también me pasaba lo mismo, pero que me sentía con ánimos y que era cosa de acostumbrarse. Mirando hacia atrás, ciertamente ya no se me hace tan pesado estar estudiando y trabajando, como me decía un compañero que lleva más tiempo, es cosa de organizarse y estudiar desde antes, aunque hay días en que sinceramente mi cuerpo parece más un trapo.


Debo decir que soy una persona con ciertos privilegios, trabajo en algo que me gusta, tengo una relación estable y una compañera que se ha aguantado mi desgano, mal humor y gruñidos varios (lo que aunque no se lo diga, es algo que agradezco), una mamá que me va a buscar a las 11 de la noche a una estación de metro, y quizás lo más importante: trabajo porque quiero, no por necesidad. No tengo hijos, no tengo deudas, no tengo ambiciosos planes (bueno, quizá sí). Por ende, cada vez que me siento cansado, que me flaquean las fuerzas, pienso en todas esas personas que son padres, que tienen deudas, que tienen una familia y pienso que en realidad lo mío no es tan cansador, aunque mi cuerpo me pida a gritos una siesta de 40 horas.

Mi historia es simple. Quería buscar un trabajo de fines de semana, porque nunca había trabajado formalmente con contrato (a mis 21 años), sentía que durante toda mi vida había tenido mucho tiempo libre, lo que me había servido para cultivarme personalmente pero que no se reflejaba en un curriculum, solamente había hechos trabajos a honorarios y eran de carácter temporal, además de desarrollar iniciativas de carácter social o sin ánimos de lucro. Quería también un ingreso fijo, me gusta tener el poder de querer algo y comprarlo, de no tener que pedirle a mi mamá o mi papá que me den dinero y pensar que estoy mermando la economía familiar. Veía como las personas que habían trabajado, al momento de querer trabajar, tenían un lugar adonde llegar y generar sus ingresos. Yo no tenía ningún lugar adónde llegar, siempre me había movido solo, vendiendo confites, alfajores, realizando clases particulares, estudios para la PSU, como si a alguna empresa le fuera a importar que uno fuese vendedor y profesor informal durante 5 o 6 años.

Mi trabajo aunque aparentemente es liviano, de todas formas conlleva la atención directa de público. Mi misión es tratar de que todos los pasajeros lleguen a sus destinos, desde el adolescente que pregunta en qué andén está Las Mercedes, hasta decirle la ruta más rápida al usuario que quiere llegar desde Quilín hasta Ciudad Satélite. Tengo que tratar con gente ebria, pasajeros maleducados, gente que se burla de ti por tener un uniforme o cumplir una labor, gente que se quiere suicidar, gente que no sabe leer, gente que viene estresada del trabajo, con problemas familiares, por el calor, porque los trenes son cortos, porque la frecuencia no es tan buena, porque esto y lo otro. Es cierto que hay gente que atiende público y lo pasa peor, pensemos en los cajeros, gente de call center, y otros. Yo creo que lo hago bien, me gusta mi trabajo, pero atender público pasa la cuenta, y a la hora de dormir... me da más sueño que de costumbre.

Es un círculo vicioso el tema del descanso. Terminar mi jornada laboral tan tarde durante los fines de semana y empezar tan temprano la jornada de estudios en la semana. No tengo un día para distraerme, para hacer lo que yo quiera, para recrearme, para dormir raja. Agradezco tanto los feriados, agradezco tanto esos días en que no voy a la universidad y me quedo en la casa solamente a descansar. Mi pareja y mi familia me reclama que soy flojo, que debería ir más a clases (y realmente encuentro que estoy cumpliendo más que el mes pasado, no es una asistencia impecable, pero es una buena asistencia), me reclaman por mi cansancio, me ven cansado y me piden que haga esto, y que haga lo otro, que cumpla por aquí, que cumpla por acá, y yo por más que trato de sonreír, no puedo evitar ser un gruñón de mierda, meterlos en un saco y a veces mandarlos de una sola patada a una isla desierta, no es su culpa, sé que se preocupan por mí, pero esos sermones fastidian, no me quiero poner como el adolescente que dice que no lo entienden, pero traten de entender un poquito, si me pongo de mal humor no es porque me caigan mal, es porque me siento cansado, si no voy a clases no es porque no quiera ir, es porque ando fatigado y siento que ir en esas condiciones no tiene ningún sentido. Me encantaría que la semana tuviera 8 días; para estudiar los primeros 5, trabajar los otros 2 y descansar 1 día completo. 

Cuando trabajas y te dedicas a conocer a tus compañeros de trabajo, especialmente los mayores, uno se enriquece tanto. A pesar de que no descanse mucho, me gusta mantenerme en el trabajo porque siento que crezco tanto profesionalmente como también de manera personal. Conocer realidades, aprender a ser parte de un grupo de trabajo, aprender a coordinarse y ser un buen compañero, aprender también a no cometer errores dentro de las relaciones laborales, poder salirse un poquito de los roles y conocer la historia de tus compañeros. Me fascina, es un mundo novedoso para mí, pero que tiene muchísimo valor. Cuando estaba en el colegio, a pesar de que trataba de buscar una carrera que se adaptara a lo que yo quería, no la encontraba, y ahora que trabajo, siento que me gustaría mucho ser jefe de estación en el Metro (no es lo que hago, pero sería una linda aspiración). Espero que mi título de Administrador Público, cuando egrese, me sirva para poder trabajar en eso, sé que es difícil, pero Dios abre puertas y puedo estudiar algún diplomado o alguna cosa adicional para ejercer en la administración privada. Es paradójico, porque jefe de estación tiene más cosas públicas que privadas, poder salir de la oficina y estar en la estación atendiendo a los pasajeros o procurando que tengan un buen servicio no sirve sólo a la empresa, sino a los millones de santiaguinos que pasan por el lugar.

Último tren desde Tobalaba hacia Plaza de Puente Alto
El semestre anterior, gracias a mi trabajo y a una buena organización en mis estudios, logré mejorar el rendimiento y las notas, a pesar de tener menos tiempo para estudiar. Cuando no estaba trabajando me costaba más sentir la presión de hacer bien las cosas a la primera, no valoraba tanto el tener un descanso uniforme y no trasnochar. En ese sentido, he ido ordenando mis hábitos de estudio de forma tal que pueda seguir trabajando y pueda seguir haciendo otras actividades recreativas en los días hábiles. Mi estado de ánimo, salvo esos días en que hay mucha fatiga o la carga emocional me sobrepasa, tiende a mantenerse positiva o al menos es mucho mejor que hace un par de meses donde tenía cargas emocionales importantes que me deterioraban la sonrisa. También he incurrido en otros gastos, de varias maneras traté de ganar más tiempo para descansar, llegando a una adaptación en que uso taxis-colectivos para venirme de la universidad y usando más el ventilador de manera de tener una temperatura ambiente amable para poder concentrarme, porque con calor no funciono y me fatigo más. 

Es cierto que también hay otros costos emocionales y afectivos. Espero también ir motivándome más, teniendo más energías para poder tratar de mejor manera a la gente que, al final, es la más valiosa, la que está conmigo y la que convive con mis partes positivas y mis partes negativas.

Es mi reporte... seguiré trabajando, seguiré estudiando y seguiré pololeando, hay que seguir, nadie me lo impone, pero es un desafío personal, quiero conocer mis límites, quiero aprender más, quiero más. ¡Yo sé que puedo! Mucho ánimo a las personas que estudian y trabajan, o trabajan y son mamás o papás, o tienen muchas otras responsabilidades, mucho ánimo a los que tienen estrés, o tienen fatiga o les flaquean las fuerzas físicas pero quieren seguir peleando.

lunes, noviembre 11

Elemental

Y se van las olas,
se van las rosas,
se van las hojas,
y se van las olas.

Todo se va, todo se va,
nada se queda, nada se queda,
la arena va y vuelve,
el mar va y vuelve,
el agua va y vuelve.

martes, octubre 29

Amor y odio a la U. de Chile

A propósito de las promesas electorales, el cambio en el proceso de selección de las universidades y la gran polémica del ranking. Me parece un ejercicio sano poder decir mi visión de la universidad, la que se supone y tanto se habla de que es la mejor de todas. Debería estar estudiando, pero me parece que hay cosas que no se pueden dejar pasar ni se deben callar.

(...)

Este año en particular ha sido bien complejo, y si bien es cierto sería una falacia englobar a toda la Universidad de Chile dentro de lo que voy a decir, sí lo puedo hacer con conocimiento de causa respecto de las dos realidades que he vivido: la Facultad de Filosofía y Humanidades, y la Escuela de Gobierno y Gestión Pública.

En el sentido práctico, puedo decir que la universidad me provee de buenos profesores (hay otros que no, pero sí, hay varios buenos), ramos que pueden ser útiles o interesantes, lecturas que pueden parecerme apropiadas o a las que les puedo sacar provecho (no siempre, pero ahí va con la vocación y la preocupación de cada uno), por la seguridad que me otorga saber que egresar de esta universidad es un símbolo de un trabajo constante, de ser un profesional con capacidad y conocimientos, y poder optar a un buen puesto de trabajo.

Pero la odio. Me es doloroso, o a lo menos desgastante, venir cinco días a la semana a formar parte de una universidad en la que no creo, de una institución que dice ser pública, de calidad y que fomenta la equidad, pero que en la práctica me ha demostrado que imperan más los números y las matemáticas de los costos-beneficios, que el rigor académico.

Trabajé arduamente cuando estuve en Licenciatura en Historia, pero la malla me desmotivó. Yo quería ser el mejor profesor de Historia para mis alumnos, poder nutrirme de todos los conocimientos para poder abrirle puertas a ellos y que fueran los mejores el día de mañana. Pero es difícil hacerlo en una universidad que considera "de calidad" pasar Sumer, Egipto, Grecia y Roma en un sólo semestre, y en las muchas paralizaciones, ni siquiera preocuparse de terminar el semestre como se debe. Es difícil hacerlo cuando vas a pedir un ramo extra de idioma extranjero (Inglés) y te insinúan que se sacó el estudio obligatorio de idiomas porque estresaba mucho a la gente. Cuando quieres tomar un ramo en otra facultad y poco menos que te insinúan que no te la vas a poder o te vas a sobrecargar mucho de trabajo. Y si me sobrecargo, ¿qué? Problema de cada uno cuántas piedras le pone a su mochila.

Podrán haber profesores excelentes, pero si la planificación de la carrera es mala, ¡nada que hacer!

Y la Escuela de Gobierno y Gestión Pública también tiene problemas gravísimos de fondo. Es cierto que hablo de dos facultades que no generan grandes ingresos y viven en una constante precarización (sobre todo la Escuela de Gobierno), no obstante, de todos modos me parece terrible la mediocridad. Pensar que una unidad académica ha pasado en cuatro edificios distintos en los últimos cuatro años, y que han sido los alumnos quienes han buscado cambios y han tratado de mejorar la situación me parece aberrante.

Nos están enseñando a administrar y no saben ni siquiera administrar una facultad pequeña de 400 personas. Nos enseñan a implementar políticas públicas y no son capaces de resolver los problemas que se plantean. Nos enseñan a administrar a grupos de personas, pero no son capaces de ser empáticos y tratar de generar un beneficio para nosotros. En el Instituto Nacional una sola generación eran 600 alumnos, teníamos salas, sillas, pizarrones e instalaciones precarias, era un gran edificio pero tenía montones de complicaciones y problemas, sin embargo, había un afán de querer ser más, de buscar saber más, esa búsqueda bonita de superación. Pero acá todo son trabas. La gota que rebasó el vaso es que nos quieren hacer pasar un ramo en dos días. Sí, ¡cómo lo lee! Que en un día viernes y un día sábado, pasemos 18 horas de curso intensivo y aprobemos un ramo. ¿Eso es rigor académico?, ¿esa es la Universidad de Chile que habla de la educación de calidad? ... a mí me importan un bledo las palabras, pero para mí es una vergüenza como institución. La universidad cobra (a alumnos de mi generación) $2.609.500 anuales por hacer basuras como ésta. ¿Es dinero bien pagado?

Cobran un dineral por estudiar en la universidad. Se jactan de la inclusión, de tener la beca de equidad (que sí, es una gran ayuda), de tener programas de atención escolar y otros beneficios; pero no me pueden hablar de equidad cuando se hacen reuniones con directivos para no tener clases o pruebas en los días sábados porque hay gente que trabaja y nos responden que no deberíamos trabajar o que es problema de nosotros. Hay mucha gente que viene desde regiones, que vive una situación económica deficitaria o necesita/quiere ganar dinero para poder pagar fotocopias, pololear, comprar almuerzos, celebrar. Entonces, además de no tener un rigor académico, es un chiste la universidad de la equidad...

Por lo mismo, tampoco puede ser pública. Una institución que quiera hacer un ramo en dos días no puede estar pensando ni en el rigor académico, ni en el prestigio, ni en el bien público considerando que somos profesionales que estaremos actuando en el mismo Estado. Es cierto que el ramo no es tan importante, pero llega a ser indignante. Mediocres.



jueves, octubre 10

..

Bueno... ya definimos algo. Es un avance, un avance que me tiene contento. Falta levantarse de a poquito, pero ¡podemos!, ¡sí podemos!

martes, octubre 1

No saber

Tengo muchas preguntas por hacerme, por más que esté ansioso y me pida respuestas, hay cosas que no me puedo dar todavía. Quizá no sea sólo una causa, ahora que lo pienso, fue un colapso general, pasaron muchas cosas antes de cambiar el switch y estar donde estoy en este momento.

El momento de admitirlo llega a ser una cosa de liberación; decir que dejemos de escudarnos en el orgullo, que dejemos de emplear el miedo y empecemos a usar ese olvidado corazón. Si al final, mi problema es ése, dejé de sentir, dejé de vivir, soy un mini zombiecito con cuerpo de hombre. Es como ese hombrecillo envuelto en una armadura (mi memoria anda tan atrofiada que ni me acuerdo el nombre del libro, bueh), por alguna razón me encerré y encerré y se me olvidó cómo salir, jajajajajajaja.

Yo sabía que tener una sombra o antítesis me iba a desestabilizar a la larga, sabía el desajuste que iba a quedar cuando no tuviera esa muralla que me contenía y (paradójicamente) guiaba mis pasos. Si al final, yo estaba súper bien en la medida que empleaba y hacía las cosas que creía correctas. Quizás caí cuando vi que no podía sostenerme en ese pensamiento, que la forma en que me había planteado las cosas me estaba jugando muy en contra en una cierta contingencia, quizás ahí me fui a la B, cuando vi que nada de lo que tenía pensado me serviría. 

Quizás ya dije en realidad lo que pasó, solo que no es una historia muy conveniente de ser contada. Es fome tener la percepción de ser una persona muy buena y que hace muy bien las cosas, y pasado un año, recordarse un par de veces al día esas veces en que el dolor me superó y dije lo que me dolía, las veces en que he lastimado con mis palabras y recuerdos, sentir en el fondo que no eres ni bueno ni haces bien las cosas. Bueno, si me van a querer, quiéranme en mis crisis también, yo me encargo de dar mi mejor esfuerzo.

¿Me habré cansado de luchar contra la marea y supe muy tarde que no tenía para qué pelear contra el mar? Quizá, aunque mi terquedad nunca me dejaba fuera de combate. Tal cual perro que se muerde la cola, día a día fui a pelear para detener las mareas, a ver si un hombrecito podía detener el movimiento de las olas, que iluso fui, pero no me culpo, la ignorancia nos hace cometer errores siempre.

Quizás la crisis habrá terminado cuando sepa cómo enfocar las cosas de ahora en adelante. Me había cuidado tanto y te había cuidado tanto, y ahora, apenas me puedo cuidar yo (pero bueh, al menos es una preocupación menos). En una de esas, esa tácita traición que me hice fue lo que cortó el vuelo, en vez de ponerme a defender como loco quizá debí seguir fiel a mi forma de ser, buscando la forma de tener tres delanteros adelante aunque anduviera perdiendo y tuviera gente expulsada, al final los partidos se ganan con goles, no ratoneando. Pero no, la batalla venía perdida de mucho antes...

Es tragicómico, se supone que la batalla salió bien y recibiste lo que necesitabas de mí; pero para mí fue una masacre de proporciones, se me cayeron todas las ideas, los anhelos, los pensamientos; es como lo que le debió pasar al fanático geocentrista cuando todos le demostraron que en realidad la Tierra era una anécdota en el universo, ¡conchetumare! Las cosas no pasan como yo pensaba, pucha, ¿ahora qué hago?

Y así he andado meses... sin una hoja de ruta. Sin saber ¿qué quiero?, ¿por qué lo quiero? y ¿cómo lo quiero?. Esas tres preguntas básicas para tomar cualquier decisión, yo no las sé.

jueves, septiembre 26

Reconozco mi prisión

Bueno, reconozcamos el problema. Nadie lo va a leer, y si lo leen, será tarde, así que da lo mismo escribirlo acá. Quisiera que lo leyeras, pero por otra parte no quiero, también me da algo de vergüenza.

Dejé de vivir, estoy pero no estoy. Vivo, pero no siento. Es raro, ser siempre el palo que asiste al resto y de repente caer y pucha, necesitar que otro me levante, sobre todo cuando me dije que no iba a depender de nadie. Bueh, la vida le rompe el orgullo a todos supongo.

Trato de cumplir todas las cosas que estoy haciendo. Trato de ser un buen estudiante, trato de ser una buena pareja, trato de ser un buen trabajador, trato de ser un buen hijo. Trato, y creo que la mayor parte del tiempo logro cumplir mi cometido, todo gira aparentemente normal y todo funciona, nadie echa en falta al Ariel feliz, total, un par de tallas y sonrisas falsas pueden servir de disfraz, y la gente no nota nada cuando los cambios son paulatinos.

Cumplo, pero no disfruto lo que vivo, ni lo que hago, ni lo que siento. Estoy anestesiado, adormecido, es doloroso estar así, no sentir nada, nunca descansando, nunca durmiendo, tener mal humor cuando alguien que me importa me mira fijo porque pueden saber lo que me pasa y ¡paf!, reaccionar de mala manera cuando alguien me molesta, cuando me cambian de un lugar a otro. ¿Recuerdan Wall-E y la melancolía del vivir de sus habitantes? Es algo como eso, como si de verdad no viviera, ando en piloto automático.

Me perturba esa ausencia de emociones, ese no disfrutar las cosas que hago y que pucha, antes las disfrutaba tanto. Me duele mucho estar en la posición en que estoy, en que lastimo a las personas que más quiero tratando de decirles que me estoy ahogando, en las que me doy lástima de ver lo tan debilucho que ando, ¿cómo llegué a esto?, ¿cómo? =(

Antes no era así, yo no era así. No sé qué me pasó entre medio que terminé así como estoy. Yo era bacán, era valiente, me la podía con todo lo que me ponían, hay un montón de cosas que se me han olvidado. No me odio, pero de todos modos igual me reprocho. Estoy prisionero dentro de mí mismo y no sé dónde está la llave, o la salida, lo que sea. Quiero salir, quiero volver a sentir, volver a vivir, volver a realmente vivir.




viernes, agosto 30

Alteridad y el valor de la rutina

Uno valora lo que tiene hasta que lo pierde, ¿no? Bajo esta premisa, cada vez que me toca estar sometido al estrés de cierre de semestre en la universidad, tener que estudiar muchísimo para poder tener una calificación que me permita aprobar de buena manera y que ojalá refleje todo el esfuerzo y conocimiento que hay detrás, pienso que lo mío no es tan problemático como otras realidades.

En un principio, con la posibilidad de usar la alteridad, pensaba en esos países lejanos que vivían tiempos de guerra, donde el solo hecho de poder salir a la calle y tener una cierta rutina diaria sin mayores complicaciones propias de la vida urbana, es un lujo. Tener que estudiar para unas pruebas no se ve tan complicado ni amargo como tener que arreglárselas para sobrevivir todos los días. 

También imaginaba mi destino hace 100 o 150 años atrás, probablemente habría tenido que trabajar en alguna mina, me habría muerto en la infancia por mis muchas enfermedades, en ese sentido, poder estudiar es sin duda todo un privilegio de mi tiempo, de mi familia y de mi formación. Quizá si me hubiese quedado en el colegio donde estaba y no hubiera entrado al Nacional, estaría en un mundo de burbujas, ignoraría muchas cosas y me habría perdido de los mejores momentos que he vivido en mi vida. Mi vida podría ser tan diferente.

Pero ya dejando un poco lo lejano, lo exótico, lo extremo del asunto. Con los trabajos que he ido realizando he podido conocer algunas realidades y me he sorprendido. Ya les adelantaba en otro de mis escritos, lo mucho que me dolía ver cómo las grandes empresas ahorraban costos a través de los subcontratos y los sueldos mínimos. Compartir con gente que lo máximo que podía aspirar era ganar 300 lucas o matarse trabajando haciendo turnos extra, personas que no han podido tener una buena educación y se gastan la plata en puras tonteras, personas que se jactan de sus maldades o las maldades de otros.

En lo más cercano, me duele también la triple pega de mi mamá: ser mamá, trabajar y hacer de dueña de casa. Tener que levantarse todos los días tempranito para ir a dejar a mi hermana, tomar desayuno, encargarse de la administración del hogar, del abastecimiento del mismo, de tener todo contadito, y hacer su turno de cajera en el supermercado, a veces llegar a la medianoche...eso es bien duro. Me duelen también las duras vivencias de personas que han tenido que salir adelante sin el apoyo de sus familias, con hijos a cuestas, viviendo en poblaciones muy complicadas y exponiéndose mucho. Al final, tener que cerrar el semestre, por muy molesto que pueda ser, termina siendo un mal menor.

Me dan más ganas de estudiar, no por conocer más. En algún momento de mi vida tuve hambre por conocer y comprender las cosas humanas, pero a estas alturas no me llama mucho la atención. Creo que hay cosas más importantes que las que están en los libros. Me dan ganas de estudiar porque no quiero eso para mi vida, es decir, sí quiero tener una familia, poder tener hijos, poder establecerme en algún lugar apacible y ojalá que no sea caro ni sofisticado, pero quiero trabajar en alguna cosa donde pueda usar a fondo mis capacidades, pueda cumplir una labor social y donde me puedan pagar un sueldo justo. 

Dios quiera que sea así, por mientras, a cerrar el semestre, ¡que no es nada comparado con lo que viven otras personas!





lunes, agosto 26

Cura

Ríos de lava brotaron desde las laderas,
dejé fluir la lava quemando las flores,
se empieza de nuevo, siempre se empieza
desde cero.

El cielo mandó su lluvia para cerrar las rocas,
el tiempo cura.

miércoles, agosto 14

Rebeldía 1

Hace tiempo que no escribía, pero lo hago desde la necesidad. No de dinero, ni tampoco de comunicar algo a alguien, sino de plasmar lo que me pasa, lo que se teje por debajo, entre las sinapsis de mis neuronas y el palpitar de mi corazón.

Considero que el hecho de tener una sola vida y por lo mismo, de tener un tiempo limitado, nos pone en la casi obligación de disfrutar la vida que tenemos. El problema es que no lo hacemos, por muchos y variados motivos.

Me apena que en las estructuras sociales y las condiciones de vida del país en que vivo, aunque el escenario haya mejorado respecto de cómo era la vida de las personas hace 50, 100 o 150 años (en el sentido de que, por poner un caso, los niños no tienen que trabajar en las minas o están tan determinados a vivir de una cierta manera), de todas maneras se nota que en la gran mayoría de las empresas, no hay un afán de preocuparse tanto por su gente.

Siento profundamente -quizás más que las propias personas que trabajan de esta manera- que hayan grandes empresas que recurran a la tercerización u outsourcing, sobre todo considerando que estas últimas suelen pagar mucho menos que lo que correspondería y juegan con la antigüedad laboral de sus trabajadores. Lo mismo que el salario que muchas empresas grandes (y no me digan que los locales de comida rápida, los cines y aquellos sitios donde se concentran los trabajos de jóvenes con poca experiencia) pagan a sus trabajadores pudiendo darles un mejor estándar de vida. 

Me duele mucho ser consciente del problema estructural de mi país, Chile. Siento que por más que se hagan manifestaciones y reclamos legítimos por la poca accesibilidad a los puestos de poder (una élite cerrada), la poca disposición también a resolver los problemas de la gran masa de gente entre las que me incluyo aunque no soy tan pobre como otras personas por parte de los reales líderes del país va a terminar menoscabando cada vez más las estructuras políticas y sociales en las que nos movemos.

Hay muchos reclamos que son sumamente válidos y más allá de cuestiones ideológicas, tienen sentido común, pero que no se van a hacer por la posición económica chilena. Haciendo el paralelismo, en una pequeña caleta -porque olvidémonos de pensar que somos una gran ciudad- lo único que te va a dar un cierto futuro laboral es aprender sobre la mar, aprender sobre la pesca y reproducir los esquemas que han vivido tus papás. Preocuparse por la educación y la formación intelectual de los niños de la caleta...¿para qué?, ¿para qué si van a terminar trabajando pescando, venderán pescados, cocinarán pescados o se dedicarán a atender otras necesidades de la caleta como vender cosas en un almacén?, ¿para qué si los tenemos condenados a ser subordinados? 

Si Chile quisiera, si la élite que tenemos se pusiera de acuerdo y quisiera tener un país desarrollado, industrializado y próspero, créanme que lo tendríamos. Que no nos vengan con cuentos de que por ser un país con poca población no podemos hacerlo, Singapur es un país con un territorio más pequeño que la ciudad de Santiago, carente de muchos recursos naturales y... ¡oh! son un país desarrollado. Todas esas lecciones que le dio la historia a la élite con el tema del salitre no les sirvió de nada. El salitre era explotado por los ingleses. El cobre es explotado por extranjeros. ¿Qué será de Chile cuando acabe el cobre? Sepa Moya.

La estafa institucionalizada de las AFP, que son las Administradoras de Fondos Previsionales. Los mismos que controlan los supermercados, los bancos, las tiendas de retail, las empresas productivas de Chile, los mismos son los que chupan esa plata desde nuestros sueldos con la excusa de que se preocuparán de nuestra pensión, pero sabemos que es mentira, que nuestros dineros sirven para financiar a esas mismas empresas. Yo sigo pensando en que Chile es como una gran mina de salitre antigua, en la cual estabas atado por un sueldo miserable (¡anda a tener dinero para irte!), donde la máxima distracción de la miseria es tener algo de pan y circo (que ahora se llama fútbol, y que antes también fueron las putas), y donde se te paga con fichas para comprarle todas las cosas a tu empleador. ¿Qué ha cambiado? 

Yo no reclamo sólo por la precariedad del país que tenemos, que aparenta ser un país tremendamente exitoso y lo es, pero sólo para la élite. No adscribo a ninguna ideología, tampoco me interesa formar parte de algún partido político, sin quererlo la posmodernidad ha terminado tocando tanto las fibras de mi vida que sólo soy un sujeto de mi época, aunque no lo quiera ni me parezca de lo mejor, pero soy un reflejo del tiempo que vivo, como un charco de agua refleja el cielo del día de hoy, no el de ayer ni el de mañana. Lo que me choca es la mediocridad. Se creó un discurso -porque lo es- de que la clase media podía surgir con esfuerzo, que parte de la supuesta identidad chilena implica que somos flojos y llegamos tarde a otras partes. ¿Saben? Son discursos, quieren que pensemos eso, ¡pero no tenemos porqué hacerles caso!

... tengo que seguir escribiendo mi ensayo para la universidad, no sé si la universidad sea realmente la respuesta que la gente necesita, con una educación tan precaria para muchas personas -y en esto, más allá de los profesores que reconozco que tienen un trabajo súper importante y sacrificado-, quizá lo más importante sea enseñarles a ser felices con lo que tienen y con lo que son, aunque todo huela a podrido alrededor.

viernes, julio 12

Viaje Fácil por Chile

¡Estimados visitantes!

Los invito a mi nuevo proyecto: Viaje Fácil por Chile


Tendremos cotizaciones de los pasajes de buses interurbanos a los principales destinos de Chile, además de contar historias viajeras, entrevistar personas y que nos cuenten los lugares que más les gustan. Por supuesto, también tenemos enlaces para buscar servicios turísticos, mapas de Chile, ver el tiempo meteorológico, ¡así que ven a conocernos!

sábado, junio 15

Cuestionamientos a la luz!

Debo reconocer que me siento afortunado y contento por recibir lo que se me va a venir... y no es que sea masoquista, pero la única manera de corregir y aprender cosas es pasando pruebas. 

Releyéndome, sigo pensando lo mismo respecto de las relaciones de pareja; con una manito en el corazón creo que el real y único pegamento lo suficientemente fuerte y seguro como para poder unir a dos personas es el compartir una intimidad, entendiéndose como un espacio donde ambas personas tienen su lenguaje, comparten su mundo, sus vidas, sus victorias y también sus derrotas, miedos y heridas. 

Es probable que lo mío venga marcado por experiencias de vida, por las cosas que he visto, las que he reflexionado, las que he leído y un sinfín de cosas más que pueden variar mucho entre una persona y otra, cada una tiene una ponderación diferente, pero pienso que la intimidad emocional es más importante que la sexual. 

Yo puedo tener una intimidad emocional rica, y quizás una intimidad sexual algo pobretona, pero dentro de la primera están las herramientas para "arreglar" o "mejorar" la segunda. La primera es la base. No obstante, yo puedo tener una intimidad sexual rica, y una intimidad emocional pobre y ahí... yo lo lamento mucho, pero eso de sentirse solo e incomprendido cuando se está con otra persona, ¡no! Eso no se arregla con más besos ni caricias, a medida que aumentas el grado terminas queriendo más distancia. Entonces, la intimidad emocional es la base de la otra.

El resentimiento puede causar estragos en muchas relaciones, a veces -si no casi siempre- es algo inconsciente, que termina juntándose y juntándose en eso que tan popularmente llaman "bolas de nieve". También las personas arrastran problemáticas derivadas de otras relaciones pasadas, de lo que vivieron con sus familias, de lo que vieron en sus padres. Hay tantos posibles problemas y situaciones que pueden derivarse, que la única manera realmente efectiva que yo veo para resolverlos es tener una buena comunicación, poder decirse las cosas de manera oportuna, con honestidad, abordando los problemas desde la raíz y tratando ante todo de ser respetuoso y amoroso con la otra persona, y también tener ese espacio de intimidad; uno puede intuir muchas cosas, pero cuando quieres intentar comprender y te falta la información, se pueden provocar muchos malentendidos. Lo mejor es que ambos puedan conversar no sólo de trivialidades y las cosas cotidianas, si no también de sus miedos, de sus heridas, de las cosas que más temen o les lastiman.

De lo anterior me brota la gran pregunta de: ¿qué pasa si la otra persona es (inserte aquí una característica patológica)? En realidad, yo no sé cómo la gente elige sus parejas, pero al menos yo que siempre pienso en si realmente puede haber una compatibilidad de las personalidades, de los gustos, de los valores, de los mundos antes siquiera de dar un meditado y lento paso; asumiendo que la gente elige bien sus parejas y tiene una idea clara de las cosas que quiere en una relación, puede que piense esto porque es mi primera ocasión pero ¿por qué no apostar y arriesgarse a que te conozcan como eres?, ¿por qué negarse a mostrar las cosas que nos duelen, que nos molestan, que nos aterran, que hacen que nos sintamos mal?, ¿por qué jugar a las máscaras? ¿de qué sirve la desnudez del cuerpo si no se desnuda el alma? ¿de qué sirven los "te amos" entre extraños?

¿De qué sirve esconderse, evitarse? Se supone que estamos para volar, para poder realizarnos, para poder ser felices, ninguno es la llave maestra, ni la media naranja del otro, no podemos tener esas pretensiones ni deseos (que probablemente se frustrarán), pero sí intentar ser lo más abierto que nos sea posible.

miércoles, mayo 29

Exclusión

Suenan piezas de piano, mientras la lluvia cae, melancólica,
mis pies danzan en círculos mientras se contienen esas gotas saladas,
me cuesta admitir que existe una herida allá abajo,
donde los fuegos se confunden con la sangre y el agua de los mares.

Me siento por momentos como en la caverna de Calipso,
condenado al dulce deleite de los besos y las pícaras caricias,
aterrado al ver cómo avanza un desierto

que seca impasiblemente todas las flores que me quedan.



Y es que yo no estoy contigo por los besos que me das,
tampoco quise tu compañía por ser una mujer bonita,
ni me empeñé en tenerte paciencia pensando en tus manos,
me gustó tu mundo y quise quedarme,
pero ahora que me cierras la puerta,
¿qué razón tengo para estar aquí?

Tremenda paradoja el saber de gente que no me importa,
y no saber qué te pasa, sentir que acompaño a una piedra con piernas,
me llega a partir el alma tomar consciencia de esas caminatas
sin decir ni una palabra, sin ganas de jugar o reír.

Ojalá cambie, lo que más quiero y lo que más me gusta
es poder tener la confianza para cruzar ciertos umbrales,
poder decirse las cosas como son, aunque duelan por momentos,
poder hacer puentes entre nuestros mundos,
sin esos puentes... ¿qué sentido tiene?

Me sentí excluido, espero que ya no pase más.

sábado, mayo 11

Doy las gracias

Puesta de sol en La Serena | Sunset at La Serena
Puesta de sol en La Serena, Febrero 2013.
Es bonito poder tener la posibilidad de tomar fotos como ésta. Soy afortunado, Dios me ha colmado de bonitas bendiciones y me gustaría usar este espacio para agradecerle. Gracias.

sábado, abril 20

Lo que se calla


365-200 | Puente Huérfanos (Santiago) - Santa Ana | Buscar - Seek

Recuerdo que ese día, me quedaste mirando y con ese impulso dulce-agresivo tan característico tuyo, me empujaste contra el puente, jugaste a rozar mis labios, quizá pensando en cómo podría torturarme esa espera entre la intención y la acción, quizá pensando en cómo autotorturarse con esa ruleta rusa sexual, reíste cuando mordiste mis labios y decías: "no puedes ni aguantarte", jugabas a correr la cara, a hacerte la difícil, a coquetear. Cuando me apretaste contra esos fierros y me besaste cariñosa, juguetona pero también apasionadamente, envolviste una de mis aprehensiones, la tomaste con tus manos y la lanzaste puente abajo.

...


 

sábado, abril 13

Una foto emocionante: El tren del mineral de hierro de mina El Romeral

Cuando era pequeño, mi familia solía vacacionar en Coquimbo. Todos los años íbamos sagradamente a ver pasar este tren, que en ese tiempo tenía otros colores. Fue uno de los recuerdos más bonitos de mi infancia y una de las razones por las que me agradan los trenes.

Por eso, este verano al volver, mi gran desafío era poder capturarlo. Estudié los rincones de La Serena y Coquimbo, me dediqué a ver fotografías y videos para inmortalizarlo en el mejor de los lugares, como debe ser.

El día que dediqué a esta hermosa tarea, estuve tres horas esperándolo cerca del mall de La Serena y me aburrí, tomé un bus para dirigirme más al sur (a Coquimbo) y el bendito/desgraciado tren pasó. De todas formas no me lamenté mucho, ¿cómo no iba a poder pillarlo alguna vez?

Llegué a Sindempart, un vecindario del sur de Coquimbo donde alojábamos, aproveché de revivir momentos de infancia, de intentar recordar, caminé por la playa de La Herradura, la cual no pisaba desde hace 10 años, anduve por Guayacán y vi que habían cambiado las cosas, ahora estaba más bonito y la curva de la línea del tren no estaba tan despejada.

Caminé por la avenida principal, pensando en que el tren iba a tardarse otras 3 horas en pasar, me quedé en un mirador descansando, estaba paveando cuando lo vi venir.

¡No tienen idea cómo me hirvió la sangre apenas lo vi! Estaba en el mirador y tenía pocos segundos para pensar. ¿Alcanzo a bajar o no? ¿Sí, no, no sé? ¡Intenta! Corrí como nunca, la emoción me impulsaba, sentí mis pies volando mientras iba a admirar el tren.

Configuré la cámara corriendo, el balance de blancos, la compensación, me detuve y se me hizo eterno ese lapso de 2 segundos para tomarle la foto. El maquinista saludó y yo pude respirar tranquilo, ¡por fin saldé esta deuda que tenía conmigo mismo!.

Un pedazo de historia | A piece of story

domingo, marzo 3

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