sábado, octubre 24

La Palabra No dice Nada - Pensamiento

Te odio, sí, te odio,
estoy en esos días en que me dan ganas
de mandarte a la cresta, de olvidar que existes,
de borrarte de mi cabeza, ¡de mi propia vida!

Porque eres como una piedra, la cual no dice nada,
porque cuando necesito sentirme escuchado,
hablarte es como hablarle al aire,
porque tu cara, tu cara antes me daban ganas de acariciarla,
y hoy, no me dan ganas de nada... de nada.

Escribo porque sé que no lees, a fin de cuentas,
con suerte sabes que existo, supongo yo,
en vista de lo expuesto anteriormente,
pero de todas maneras, pese a todo lo dicho,
igual te quiero un poco (un poco harto), te tengo cariño,
no sé que me daría si te hago daño,
aunque sé que un infarto no.

Luchan a menudo mi orgullo y mi humildad,
mi orgullo dice que no me aportas nada,
que te mande a la mierda (o yo mismo voy para allá),
tener tu presencia lejos de mí, lejos, bien lejos,
pero con un binocular grande para saber si estás bien,
cosa de que si me necesitas, yo baje de la colina y te enderece el paso.

Es mi humildad la que me mueve a no hacer nada,
también la experiencia me sopla por el oído
que un paso en falso y sucumbe todo,
pero de todas formas, aunque me haga mil veces esta pregunta,
y sepas cómo desestabilizar mi sistema,
seguiré con la política que adopté cuando me alejé de ti,
no hacerme problemas con nadie.

¡Pucha que me cambiaste la vida mujer!
Aunque todavía no sé si para mal o para bien,
porque gracias a ti (o a lo nuestro),
gracias a ese beso bajo el árbol y el NO después de un rato,
ya no confío en la gente, ni mucho menos en las mujeres,
¡traicioneras no más, complicadas no más! (de picado),
pero ¡pucha que son necesarias!

Sin ellas, la vida no nos vale nada,
porque no hay nada como despertar
y pensar en el rostro de la amada,
no se compara el sabor de un beso,
ni mucho menos el roce de tus manos,
o de las suyas, dado que tú, estás descartada de plano.

Pero igual, de picado no más,
hasta que no llegue una mujer que haga que me haga retractar,
alguien por quien yo me saque el sombrero (me pondré uno si es necesario),
hasta que no vea alguien que pueda querer de verdad,
hasta que no vea ambigüedad en una relación,
y por mirarla se me olvide sumar,
hasta que eso no pase, diré que las mujeres
son un verdadero cacho,
aunque todos sabemos que,
la palabra no dice nada...

Ariel Cruz

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