martes, noviembre 11

La Transición - Ensayo

Yo recuerdo bien aquellas formas plasmadas en la hoja del cuaderno, un volcán haciendo erupción con humo y ríos de lava corriendo por sus laderas, unas nubes espesas donde salían rayos simbolizando una tormenta eléctrica, una laguna enorme de agua salada en medio de un enorme y solitario desierto. Motivos para hacer tal dibujo pudieron ser muchos, se trataba de pequeñas cargas juntas que bien podían ser controladas o, al menos, no podían ser consideradas como gravísimas que el sentimiento de culpa agrandó.

Dentro de mí había intranquilidad, de un momento a otro se colaban en mi mente pensamientos oscuros, nubes de confusiones que no dejaban ordenar mis ideas ni mucho menos pensar en soluciones, sumado a esto tenía rebeliones internas donde una parte de mí pensaba que lo mejor era culpabilizarme de todo y la otra se lavaba las manos y le dejaba la culpa a todos los demás, causé mucho daño a personas que me querían y eso hacía que mi culpabilidad fuese en aumento a medida que pasaba el tiempo.

Era una persona bastante inmadura en aquel entonces, solía guardar mis penas porque subestimaba los alcances del conflicto. Me costaba pensar que había ayudado a tanta gente con problemas iguales o peores que los míos y yo mismo no era capaz de tomar la decisión más acertada para mis propios problemas. Sentía que mis problemas eran una carga sumamente pesada, en mi cabeza había tal desorden de cosas que en ocasiones soñaba con una sala alumbrada por una pequeña y débil lámpara, en esta sala habían miles y miles de papeles tirados en el suelo, ordenarlos tardaría una eternidad y cada uno de estos representaba mis faltas.

Una noche, mientras las estrellas alumbraban las dormidas calles de Santiago, la luna fue espectadora de la caída de mis primeras gotas saladas en la almohada, fue mi primer intento para recibir a Dios. Durante todo ese tiempo mis padres me hablaron de Dios, leí la Biblia en numerosas ocasiones y comentamos muchas veces los pasajes bíblicos de nuestro Pan de Vida, sin embargo, no podía decir que conocía a Dios... porque nunca lo había sentido. Sin embargo, eso cambió aquella noche, le conté absolutamente todos los problemas que tenía, logré ordenar mi cabeza luego de tres horas hablando y hablando y hablando, mi carga fue alivianada de gran manera y la verdad no esperaba menos.

Poco a poco, adicioné al hábito de orar todas las noches, ese descargo de la vida y fue así como me acerqué a Dios. Los primeros cambios se vieron reflejados, con la aparición de una cálida compañía, se me permitió hablar también sobre estos problemas sin el temor de que se produzca "un cambio de imagen" o un exceso de preocupación por parte de ella, hablamos de todo tipo de temas y crecí mucho durante estas conversaciones porque tenía la plena convicción de que ella me comprendía y en vez de juzgar mis actos me instaría a solucionar mis problemas y dejar mis errores enterrados en el pasado (aprender a perdonarme).

Por otro lado, este cambio implicó que dejase de discutir con tanta frecuencia con la luz que tenía por faro y, por consiguiente, tenía una mayor estabilidad emocional, me sentía mucho más alegre y relajado, ya no estaban los conflictos anteriores y las tensiones que eventualmente pudieron ocurrir por la publicación de esos pensamientos malos ya no existían porque no los publicaba, empecé a decir lo contrario para apoyarme a mí mismo.

A veces... | Sometimes...

Pese a esto, aquella relación terminó y solamente me quedé con la fragancia dulce de un recuerdo hermoso y la mariposa de colores cálidos que me acompañó durante toda esta transición. Fue un momento algo duro, por lo mismo cuando ya vi que no tenía vuelta atrás fui sacándome los últimos cuadernillos y carpetas de esa mochila, tiré a la basura todos esos papeles que me podían hacer sentir culpable, ordené por última vez mi cabeza y determiné que lo mejor era "empezar de cero", dejar el camino tomado y virar hacia otro donde, quizás, pueda establecerme y consolidarme.

Noche | Night

Desde ese cumpleaños número 15 me dediqué a re-descubrirme a mí mismo, busqué las partes que se habían gastado u opacado con las tensiones pasadas, recuperé los papeles archivados del estante de mi mente, y a medida que hacía tales cosas también fui encontrando llaves de puertas desconocidas, fue de esta manera que aprendí y desarrollé la fotografía como un hobbie artístico.

Como bien saben, hice el proyecto de la Guía de Transantiago, el Fotolog 2ºE IN 2008 con sus sucursales en Flickr y Blogger, desarrollé mis fotografías en el Flickr Empezar de Cero y también exploré en la motricidad fina haciendo busesitos de papel.

Simulando la Realidad | Simulating the Reality

A medida que fui desarrollando todas estas cosas, Dios se hizo más presente en mi Vida, fue de un modo sumamente gradual como yo veía la influencia de Dios en mi vida, en los sucesos que me ocurrían y en las cosas que hacía.

De partida, la decisión de ¿qué bus tomar? la decide Dios, hay ocasiones donde deseo tomar tal ruta y tengo un presentimiento, o se me mete en la cabeza el pensamiento de ir a un lugar cualquiera sea por el motivo que sea, la vez donde esto se hizo más notorio fue cuando quise tomar un bus antiguo del 210 (PC7160) pero estaba por subir (y yo nunca tomo el 210...) y una voz me dijo "no te subas"... no la ignoré. Me tomé una 403 y llegué hasta Plaza Italia, el mismo bus estaba atrás de la 403 y vi bajar a mis compañeros Luis Cruces y Nicolás Jiménez con unas caras de sorpresa y tensión... justo en el bus asaltaron a una niña en el paradero que sigue de Universidad de Chile (es decir, en ET/M Santa Lucía) y le robaron un objeto de valor (no recuerdo si era un celular, un reloj... ni idea, algo fue). En otra ocasión, cuando iba en la jornada de la tarde, no le hice caso a aquella voz y me subí a un bus articulado del 413, justo se sienta un sujeto de dudosa actitud cerca mío, me mira con ojos bastante fijos, yo atiné a refugiarme en los últimos asientos del bus porque el vidrio de la parte posterior reflejaba el interior del bus completo y podía vigilar si él se acercaba. Fueron momentos de gran tensión porque aún cuando yo estaba lejos miraba hacia donde estaba yo.

La última y quizás la más cercana de todas fue en un bus del 213, en Carlos Valdovinos se subió un delincuente (sí, lo digo derechamente... ya verán porqué) y yo lo miré mientras pasaba, su expresión tenía algo extraño que no me calzaba, una rudeza que me intimidaba aunque no permitía que mi cuerpo reflejara tal temor. Se iba a sentar justo donde estaba yo cuando una señora súbitamente se cambia de puesto y se pone al lado mío, él miró con recelo tal acción y siguió hasta los últimos asientos. Me miró todo el tiempo con una cara de ira, y yo también lo miraba aunque no tenía la menor idea de qué expresar... porque tenía miedo pero no quería prejuzgar y mirarlo de forma despectiva. Finalmente en Camino Agrícola (un paradero después) intenta robarle un reproductor de música a un trabajador (tendrá sus 25 - 30 años) y él le responde con un gesto enojado, al verse bloqueado el delincuente gritó "tío... abra la puerta poh" y se fue ante nuestras miradas...

Aglomeraciones

Tal como me ha librado de peligros humanos, me ha guiado en la calle para sacar algunas fotografías. Un ejemplo concreto fue el 30 de Noviembre del 2007, cuando por mera casualidad me dijo que tomara el 413 hasta Salvador para sacarle fotografías a las constantes aglomeraciones que habían en ese sector (por cierto, con la creación del 514 este problema se solucionó) y justo saqué las primeras fotografías de los buses nuevos del Troncal 5. Estos buses estaban colados en el recorrido 508. Otras ocasiones más relevantes para ustedes (porque no creo que le hallen mucha gracia a aquel episodio) han sido las fotografías de las tardes en el Instituto Nacional, o instantes precisos donde aparece tal cosa que justo deseaba fotografiar.

De hecho, yo a veces he pedido "Señor, dame este bus para fotografiarlo" y me lo pasa, o me da otros recorridos que no tenía y salen fotografías mejores de las que había pensado... y ojo que eso no me ha pasado una vez, me ha pasado demasiadas veces y resulta que cuando voy a fotografiar el recorrido que inicialmente me había propuesto, la foto sale mejor de lo que pensé. Otras veces he pedido porque "deseo que tal persona sea bendecida" y curiosamente esa persona comienza a tener un éxito que sube como la espumita. Yo veo obrar a Dios en mi vida, en cosas pequeñas que aunque pueden explicarse como "meras coincidencias" lo cierto es que no lo son, porque Dios me las da en el instante preciso, porque Dios responde mis oraciones, mis plegarias y me va guiando para que mi trabajo dé buenos frutos, me guía para que tú sientas lo que yo siento.

En toda esta transición he sentido cosas tremendas, mi alma en el principio de este proceso se mostraba calma en algunas ocasiones o turbada, con sentimientos malos, sucios, con resoluciones humanas, frías, que llevan a camino de perdición. Y durante este año ya no he tenido episodios con alma turbada, mi alma se regocija en el Señor, y muchas veces he sentido mi alma como una fuente de vida, donde por mi cuerpo corre fuego, y mi sangre lleva ríos de agua viva que van esparciéndose por todo mi ser y me hacen sentir fuera de este mundo, y quizás será porque yo no pertenezco al mundo, sino que pertenezco al rebaño de Jesús, y nosotros somos apartados para Él.

Ínfimos | We're very small

Es tremendo pensar que Dios es enorme y nosotros somos ínfimos, una de mis metáforas más célebres es que Dios tiene al Universo en la palma de su mano, todo lo que nos rodea lo creó Él (o el hombre lo hizo con los recursos que Dios proveyó) y, si Él creó todo y está presente en todo, es imposible no confiar en Él, porque quién como Él que moviendo sus dedos es capaz de hacer que yo vaya por otra esquina y me evite un asalto, quién como Él que justo hace que me vaya con tal persona en el microbús y conversando le alivie el dolor que tiene, quién como Él que me dicta lo que debo hacer y me ama como a su hijo aún cuando soy un pecador...

Amo al Señor, considero que Jesús es mi Salvador... y si ahora me preguntan: Ariel, ¿verdaderamente sientes a Dios en tu vida? Yo sin vergüenza alguna no dudaría en contestar que sí, porque es la verdad... Dios está conmigo, en todo momento... en el microbús, en el trabajo de investigación, en la conversación con otras personas, en todo... y estoy consciente de ello.

Ariel Cruz Pizarro

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