miércoles, agosto 14

Rebeldía 1

Hace tiempo que no escribía, pero lo hago desde la necesidad. No de dinero, ni tampoco de comunicar algo a alguien, sino de plasmar lo que me pasa, lo que se teje por debajo, entre las sinapsis de mis neuronas y el palpitar de mi corazón.

Considero que el hecho de tener una sola vida y por lo mismo, de tener un tiempo limitado, nos pone en la casi obligación de disfrutar la vida que tenemos. El problema es que no lo hacemos, por muchos y variados motivos.

Me apena que en las estructuras sociales y las condiciones de vida del país en que vivo, aunque el escenario haya mejorado respecto de cómo era la vida de las personas hace 50, 100 o 150 años (en el sentido de que, por poner un caso, los niños no tienen que trabajar en las minas o están tan determinados a vivir de una cierta manera), de todas maneras se nota que en la gran mayoría de las empresas, no hay un afán de preocuparse tanto por su gente.

Siento profundamente -quizás más que las propias personas que trabajan de esta manera- que hayan grandes empresas que recurran a la tercerización u outsourcing, sobre todo considerando que estas últimas suelen pagar mucho menos que lo que correspondería y juegan con la antigüedad laboral de sus trabajadores. Lo mismo que el salario que muchas empresas grandes (y no me digan que los locales de comida rápida, los cines y aquellos sitios donde se concentran los trabajos de jóvenes con poca experiencia) pagan a sus trabajadores pudiendo darles un mejor estándar de vida. 

Me duele mucho ser consciente del problema estructural de mi país, Chile. Siento que por más que se hagan manifestaciones y reclamos legítimos por la poca accesibilidad a los puestos de poder (una élite cerrada), la poca disposición también a resolver los problemas de la gran masa de gente entre las que me incluyo aunque no soy tan pobre como otras personas por parte de los reales líderes del país va a terminar menoscabando cada vez más las estructuras políticas y sociales en las que nos movemos.

Hay muchos reclamos que son sumamente válidos y más allá de cuestiones ideológicas, tienen sentido común, pero que no se van a hacer por la posición económica chilena. Haciendo el paralelismo, en una pequeña caleta -porque olvidémonos de pensar que somos una gran ciudad- lo único que te va a dar un cierto futuro laboral es aprender sobre la mar, aprender sobre la pesca y reproducir los esquemas que han vivido tus papás. Preocuparse por la educación y la formación intelectual de los niños de la caleta...¿para qué?, ¿para qué si van a terminar trabajando pescando, venderán pescados, cocinarán pescados o se dedicarán a atender otras necesidades de la caleta como vender cosas en un almacén?, ¿para qué si los tenemos condenados a ser subordinados? 

Si Chile quisiera, si la élite que tenemos se pusiera de acuerdo y quisiera tener un país desarrollado, industrializado y próspero, créanme que lo tendríamos. Que no nos vengan con cuentos de que por ser un país con poca población no podemos hacerlo, Singapur es un país con un territorio más pequeño que la ciudad de Santiago, carente de muchos recursos naturales y... ¡oh! son un país desarrollado. Todas esas lecciones que le dio la historia a la élite con el tema del salitre no les sirvió de nada. El salitre era explotado por los ingleses. El cobre es explotado por extranjeros. ¿Qué será de Chile cuando acabe el cobre? Sepa Moya.

La estafa institucionalizada de las AFP, que son las Administradoras de Fondos Previsionales. Los mismos que controlan los supermercados, los bancos, las tiendas de retail, las empresas productivas de Chile, los mismos son los que chupan esa plata desde nuestros sueldos con la excusa de que se preocuparán de nuestra pensión, pero sabemos que es mentira, que nuestros dineros sirven para financiar a esas mismas empresas. Yo sigo pensando en que Chile es como una gran mina de salitre antigua, en la cual estabas atado por un sueldo miserable (¡anda a tener dinero para irte!), donde la máxima distracción de la miseria es tener algo de pan y circo (que ahora se llama fútbol, y que antes también fueron las putas), y donde se te paga con fichas para comprarle todas las cosas a tu empleador. ¿Qué ha cambiado? 

Yo no reclamo sólo por la precariedad del país que tenemos, que aparenta ser un país tremendamente exitoso y lo es, pero sólo para la élite. No adscribo a ninguna ideología, tampoco me interesa formar parte de algún partido político, sin quererlo la posmodernidad ha terminado tocando tanto las fibras de mi vida que sólo soy un sujeto de mi época, aunque no lo quiera ni me parezca de lo mejor, pero soy un reflejo del tiempo que vivo, como un charco de agua refleja el cielo del día de hoy, no el de ayer ni el de mañana. Lo que me choca es la mediocridad. Se creó un discurso -porque lo es- de que la clase media podía surgir con esfuerzo, que parte de la supuesta identidad chilena implica que somos flojos y llegamos tarde a otras partes. ¿Saben? Son discursos, quieren que pensemos eso, ¡pero no tenemos porqué hacerles caso!

... tengo que seguir escribiendo mi ensayo para la universidad, no sé si la universidad sea realmente la respuesta que la gente necesita, con una educación tan precaria para muchas personas -y en esto, más allá de los profesores que reconozco que tienen un trabajo súper importante y sacrificado-, quizá lo más importante sea enseñarles a ser felices con lo que tienen y con lo que son, aunque todo huela a podrido alrededor.

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...