jueves, septiembre 24

Cambio de Recorrido - Pensamiento

Han sido tiempos difíciles, hace un año coronaba mi maquinita, manguereaba sus ruedas, las pintaba de blanco para que no se vieran feas, los focos a los cuales les entraba agua los rompía y ponía nuevos, le pasaba escoba y todos los papeles quedaban donde tenían que estar, los rayados con plumones y correctores los sacaba en las noches, a veces costaba, otras no tanto pues me ayudaban en el terminal. Con shampoo (o champú, como prefiera) y agua, para cuando llovía, le hacía esa disolución por dentro para que los vidrios no se empañaran, y por fuera, la limpiaba con esponjita hasta que pudiese ver mi rostro en el reflejo. ¡Qué tiempos aquellos!

Pero a mi maquinita me la cambiaron de recorrido, y junto con ella, yo también me fui de allí, me pusieron en uno con un público diametralmente opuesto. En un principio, como ya llevaba tantos años con la tranquilidad del otro, me sentía extraño. Veía cómo los soperútanos me rajaban los acolchados de los asientos, escupían en el piso, me rayaban los vidrios y hasta les tiraban piedras como si fueran tiro al blanco. En un principio, me quedaba hasta tarde arreglando el pobre bus, pero ya después no daba para más, los focos se terminaron ennegreciendo, el parachoques lo hice puré en un viraje mal hecho, las luces de atrás ya ni prenden, y qué hablar del interior, todo sucio, vidrios rayados y quebrados, mal... mal... mal! Intenté adaptarme, intenté ajustar mi modo de vida para poder dejar el bus lo más impecable posible y servirle bien al pasajero, pero no logré ni uno, ni lo otro.

Estando en este recorrido siento que perdí todo lo que tanto había ganado, pues aunque la paga es un poquito mejor, todo lo que había avanzado quedó estancado, mi tranquilidad, mi felicidad se ha visto deteriorada estando en ese recorrido, ahora es común verme irritado por cualquier cosa pequeña. Pensé que iba a aguantar un recorrido que me decían era tan complicado -aunque yo no lo consideraba tan así, pero definitivamente no es para mí, desde el primer instante en que escuché cómo hablaban los pasajeros sentía que no era para mí, pensé que me adaptaría, pero no, no, no es para mí. Así que ahora hablo con el de arriba para que me cambien, ojalá a un recorrido con un público menos duro, para así poder dejar el bus lo más limpiecito posible y poder vivir mejor, tal como antes, en los viejos tiempos... si al final la plata no importa (y el oro tampoco), quiero disfrutar mi trabajo, y en este recorrido no lo disfruto (como yo quisiera).

Ariel Cruz

1 comentario:

Camilo Vega V. dijo...

Ariel, debo afiemar que éste es -por lejos- uno de tus escritos que más me ha identificado con mis vivencias.

Hace poco tiempo me sentía disgustado por varias situaciones en el colegio y decidí cambiar algunas cosas para intentar solucionar esos problemas. En un principio todo era miel sobre hojuelas, pero después me hicieron ver que no era la mejor decisión la que había adoptado, por lo cual debí retractarme y solucionar los problemas no escapando a ellos, sino afrontándolos y conversándolos, lo más importante.

Como decías en el segundo párrafo yo me sentía extraño en ese "nuevo recorrido", asemejando mi realidad con tu texto. Afortunadamente, este bus (nuevamente comparando con tu escrito) pudo volver a su antiguo recorrido y solucionar sus problemas.

Para que veas que tus textos son un fiel reflejo de nuestra cotidianeidad. Cuídate y saludos!

Camilo.-

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