domingo, febrero 20

Soy un niño, después de todo

Tiene que venir una sacudida fuerte para que nos demos cuenta de nuestros errores, tiene que venir alguien -de afuera- para que recién podamos comprender nuestras emociones y nuestros sentimientos. ¿Es que acaso fui tan ciego? Jamás voy a lograr una autarquía emocional completa porque es ilógica, es ridícula y es autodestructiva.

A lo largo de estos dieciocho años y muchos meses, que no aparentan en lo absoluto la madurez mental y la madurez que tengo en la capacidad de entablar relaciones con otros (y otras), he pasado por muchas definiciones de períodos marcados por crisis sentimentales, emocionales y lo que sea que puede ocasionar una crisis. Pero nunca me había llegado a comprender tanto como hasta ahora, hasta hoy. ¡Vaya que estaba equivocado!

Me explico y lo resumo para que -aquellos valientes que se den el tiempo de leer- lo disfruten mejor. Durante mi infancia, crecí siendo un niño tranquilo, nunca me gustó la violencia, en vez de agarrar monos de acción e imaginar cruentas guerras me dediqué a hacer ciudades y jugar con micros de plástico, automóviles y un par de "monos" que me servían para explorar lo que conocemos como imaginación. En estas ciudades creaba calles con nombres de mis seres queridos y de mis amigos, con unos palitos de yenga (unos palos raros de colores, busquen en internet si no entienden) hacía edificios que luego "¡oh!" repentinamente eran destruidos sin contemplaciones. Los monos, que no eran más que un Mickey y un Donald de tamaño medio con los que jugaba, fueron jugadores de fútbol, boxeadores, tenistas, planeadores, guerreros, comandos espaciales y quizás qué otra cosa más que no recuerdo.

Mis monitos animados favoritos o que me tocaron fueron pocos, entre los que destaco a Pokemon y a Hey Arnold!. En esta entrada me referiré más al primero porque -hasta el día de hoy- me sigue enseñando un montón de cosas sobre mí mismo y sobre los demás. Pokemon fue la serie que me marcó desde los 9 años hasta -más menos- los doce o trece, no recuerdo bien. En ese momento, si alguien me hubiese preguntado ¿qué es lo que le veía a la trama? La verdad es que no sé qué hubiera contestado, me agradaba mucho, había capítulos donde lograba emocionarme -cosa que sigue pasando y que no me pasa con nada más xD, personajes con los cuales me identificaba y blablabla...pero no tenía idea de los motivos (y no pensaba en cuestionármelos tampoco).

A medida que fui creciendo, los juegos con mis monos fueron cambiando -no así las guerras que hacía en Paint con grandes ciudades destruidas por ataques de misiles o piedras gigantes- y mi tiempo libre fue absorbido por uno de los mejores videojuegos de Pokemon (creo que es el mejor juego que he jugado en toda mi vida): Pokemon Stadium 1 y 2. ¡Qué manera de tener desafíos! Tantas batallas por ganar, tantos oponentes por vencer, tantas estrategias que pensar, tantas consideraciones y variables que tomar en cuenta, ¡ES LA RAJA! Muchas de las cosas maduras que tengo en mi vida las aprendí ahí -y por mis papás- porque en ese juego TIENES QUE PENSAR EN LA BATALLA SIGUIENTE, no te basta con lo inmediato, si quieres ser el mejor debes preveer todos los escenarios posibles y combinar tus estrategias para lograr tu objetivo. ¡Aún recuerdo que me sentí un atleta ganando una vuelta en las Olimpiadas cuando logré terminar una de las copas en el nivel máximo! Sigo luchando las copas hasta hoy en día y todavía me cuestan algunas batallas, tengo que acordarme de estrategias pasadas, combinaciones de movimientos, tácticas con el orden de los Pokemons... en el fondo, tengo que pensar otra vez.

En mis videojuegos yo mismo criaba y entrenaba a mis Pokemons para esas copas, les ponía las técnicas que me servirían para vencer las batallas de alto nivel que el juego me presentaba y, cuando ganaba, me sentía orgulloso porque todo ese trabajo y esa dedicación había dado frutos: ¡victoria al fin!

El gusto por los videojuegos decayó cuando me robaron los cartuchos en unas vacaciones, la serie se fue degenerando después de que sacaran a Misty (mi personaje favorito y me atrevería a decir que quizás es lo más cercano que he vivido al concepto de amor platónico xD) y blah... nunca más salió un videojuego como Pokemon Stadium para las consolas siguientes, lo cual fue frustrante porque ya no tenía motivos para criar y entrenar Pokemons... ¬¬ (pero fue bueno para la billetera de mis papás, dejaron de interesarme esos videojuegos de Pokemon)

Al no tener esa diversión de antes, tenía que re-orientar mis gustos por razones obvias. Volví a jugar con mis monitos -sí, está leyendo bien, a los quince y dieciséis años seguía jugando con mis monitos a los partidos de fútbol, los partidos de tenis, las ciudades destruidas por Donaldzilla y Mickeyzilla y blablabla- y después de un fracaso amoroso que no quiero abordar me enfoqué más en un tema que estaba en boga en ese momento: los medios de transporte.

Toda esa avalancha de información que había logrado procesar en Pokemon -ocasionando que mi memoria fuese la raja y pudiera estudiar concentrado recordando materias de años y años anteriores- fue reemplazada por la del Transantiago. ¿Qué cresta fue lo que pasó?
Las estructuras se mantienen, los nombres se reemplazan. En vez de tener que recordar los tipos de Pokemons, los ataques de los Pokemons, las ubicaciones de los Pokemons, las debilidades de los Pokemons, las potencialidades de los Pokemons, el cómo sacarle provecho a cada Pokemon, el cómo sacarle provecho a cada habilidad de los Pokemons... esto fue 'reemplazado' por los tipos de recorridos, las rutas de los recorridos, las combinaciones de los recorridos, cómo sacarle provecho al Transantiago, cómo diferenciar una micro de otra, cómo saber cuándo un bus está BIEN (o sea, casi nunca) y cuando NO... por eso me fue fácil, las estructuras ya estaban en mi mente. (Ahora, si ustedes creen que me he olvidado en todos estos casi cinco años de los Pokemons se equivocan, los juego muy poco pero me sé todo tal como antes, nada se me olvidó y puedo ganar batallas en nivel máximo arreglando buses de papel).

La imaginación mía siempre fue extensa, por lo que rápidamente tenía que crear algo con el Transantiago para satisfacer mi alma de niño. Por eso hice mis buses de papel, partí haciendo dos imitando los modelos que más me gustaban, luego fui haciendo más, les hice modificaciones (recorridos, mejoramiento de las puertas, mejoramiento de los detalles, mejoramiento de las caras delantera/trasera, auspicios, propagandas, materiales más resistentes, polarizados hechos con lápiz pasta, blablabla) y estos buses fueron mis bebés. Podría decirse que fueron mis Pokemons entrenándose. A medida que pasaba el tiempo les iba echando una revisión, les cambiaba lo que creía que estaba malo, los chocaba a veces -ese afán destructivo o manitos de hacha de los niños!- pero nunca me preocupaba porque tenía algo muy claro: yo mismo podía arreglar cuánto tortazo se dieran mis buses y... las cosas que le pasaran a mis buses sólo me afectarían a mí pues son una curiosa e inédita extensión de mi mundo imaginativo in the real world. Nadie más sabría qué cresta significan las patentes, ni qué evoca cada bus... porque a nadie le interesa y porque eso es parte de mi propia historia. Pero ¡hey! Pobre del que me los tocara o me los perdiera... no son simples buses de papel lo que hay ahí, es MI MUNDO, mi imaginación.

Papel | Paper

Las cosas han cambiado un poco durante este verano. Ya el tema del transporte me aburrió, más que nada porque sé que aunque sea un experto y tenga un par de recetas para mejorar la cosa, sé que nadie me va a pescar -y con nadie me refiero a alguien que tenga peso político- y mis ideas quedarán como un: si me hubieran hecho caso, si yo tuviese pituto, si los imbéciles buscaran a la gente que ama lo que hace y no a quienes cumplen horarios... además que hay un par de hechos que marcan un antes y un después (no daré detalles, no lo creo necesario), lo que me reafirma el querer dejar todo esto.

La historia es cíclica. Durante todo este verano me la he pasado viendo capítulos de Pokemon, ya sean los antiguos que tanto amé como los nuevos que no están tan malos después de todo. Lo curioso es que todo partió porque quería ver un capítulo antiguo donde la Misty se enojaba con el Ash porque se habían perdido (o sea, podía ser cualquier capítulo xD). Al clickear en Google comencé a cachar que habían foros del tema, gente que debatía leseras tan intrascendentes como los romances entre los distintos personajes y me llamó la atención el hecho de que decían que Ash y Misty se querían. Mi papá siempre me había comentado -por debajo- que eso era así pero yo, niño denso e inocente, nunca lo ví de esa manera en mi peak de 9-10-11-12-13 años. Para mí, ellos eran amigos.

Viendo de nuevo la serie, repasándola una y otra vez, ahora se me hace DEMASIADO evidente que esos dos se querían y eran tan tercos que no podían admitirlo. Curiosamente una de mis mayores frustraciones es ser un hombre romántico y nunca haber tenido a alguien para poner en práctica todas esas cosas (en realidad, no es que no se me diera la ocasión, pero mi madurez espiritual/emocional/intelectual es inversamente proporcional a mi capacidad de mostrar afecto y todos sabemos que las mujeres requieren eso para sentirse seguras, en fin). Al meterme más en este "nuevo enfoque" de Pokemon, vi que había gente que escribía ficciones de "que hubiera pasado si..." e inventaban sus historias donde esta pareja en negación se decía lo que sentía, se iban a vivir juntos a la chucha o sé sé yo. En el fondo, proyecciones de lo que les hubiese gustado ver o lo que les hubiese gustado que pasara (o simple capricho personal xD).

Tras meses de leer estas ficciones y comenzar a comprender el porqué la gente las hacía -al principio simplemente los tildé de ociosos y sin vida, pero después entendí que era todo lo contrario, tienen más vida que la cresta- entendí que corresponde a una extensión de su imaginación. Hay ficciones buenas, ficciones malas, ficciones que se nota a leguas que son ficciones y otras que pasarían piola como capítulos de la serie que tanto quise, el punto es que hay de todo. En lo personal, me gustan más las que mantienen la línea editorial y los valores de la serie porque es lo que me hubiese gustado ver. Con tanto tiempo libre -o sea hello! estamos de vacaciones- y una mano que ama escribir, empecé a hacer mis propias historias.

La primera fue una mierda, un desastre, es demasiado cursi -aunque las mujeres se fascinaron- y lo único que realmente me quedó gustando fue relatar las batallas, imaginarme las batallas, intentar ponerme en el lugar de los personajes. ¡ES QUE ES TODO UN DESAFÍO! Normalmente en mis historias o escritos yo uso la primera persona para que el palo que quiera dar o la lección que quiera enseñar quede bien argumentada con hechos de mi propia vida. Pero acá es distinto, estoy tomando los personajes que otra persona hizo para crear una historia tal y como la haría esa otra persona pero... proyectando mis intereses y deseos.

Ya voy en una segunda historia, que es infinitamente mejor que la primera tanto en trama como en la construcción de los personajes, y me agrada más porque me he metido de lleno en los personajes. He visto ya tantos capítulos de Pokemon en este mes y me los he estudiado de tal manera que ya sé -más menos- cómo son los perfiles psicológicos de Ash, Misty, Brock, Pikachu y el que sea. Déjenme decirles que después de estudiarlos así... ME PARECEN MARAVILLOSOS! Recién ahora comprendo porqué me gustaba tanto.

Ash bien podría ser una proyección de lo que me gustaría ser. No es un cerebro brillante, pero tiene un buen corazón y da todo por sus amigos. ¡Cuántas veces yo he pensado que podría hacer más por mis amigos y ser una mejor persona! Y Misty es caso aparte, realmente me encanta ahora que la he entendido al revés y al derecho. Claramente, si existiera, yo diría que es una enojona, celosa e insoportable... y si me propusiera pololeo le diría que no, pero... es tan adorable cuando ves sus razones y comprendes sus comportamientos, me pregunto si existirán mujeres tan valiosas como ella, yo lo dudo porque los personajes de ficción suelen extremar las virtudes y los defectos para hacerlos más claros al espectador pero... ¡es que es lo máximo!

Yo antes me reía de todas las veces en que se enojaba con el Ash y me parecía genial que fuera romántica y femenina con ese carácter tan fuerte que se gasta pero ahora no, disfruto viéndola porque es entretenido y es "apasionante" ver toda esa fuerza contenida en ella, ese mismo rasgo de querer mucho a alguien y no decírselo por no atreverse, de ver primero los problemas antes de pensar que se pueden hacer las cosas a tontas y a locas... en otras palabras, me identifica en muchas cosas, entre ellas, su deseo de ser cómo Ash.

Con el estudio de los personajes y de la serie-en-sí comprendí el porqué me gustaba tanto. Como dije anteriormente, mi deseo era ser como Ash, poder encarnar todas esas virtudes en mi vida y también influenciar positivamente al resto de los mortales que se me cruzara. Pero... yo también tengo partes de Misty y Brock: la madurez de ambos, el ensimismamiento de la primera, la contención del segundo, las frustraciones de ella, el sentido práctico de ambos y, quizás tan importante como eso, Pokemon fue una llave que abrió lo que se llama mi imaginación, una vez que conocí la serie y vi todas esas criaturas mi imaginación se extendió sin límites creando mundos, poderes sobrenaturales, luchas épicas entre tribus galácticas e interdimensionales, modificaciones del mundo actual para beneficio de mis fantasías y en fin... me permitió soñar, crecer en un mundo de fantasía y poder desarrollar hasta el máximo todas mis potencialidades.

Al hacer estas historias y leer fragmentos de "Matando monstruos" de Gerard Jones (se los recomiendo, estoy que me lo compro), entendí que todo ese gusto por los Pokemons y la serie era porque es una de las pocas cosas que me toca, que me emociona, que me saca del estado-indiferente y frío que me caracteriza. De igual manera, al leer más sobre las proyecciones que la gente realiza sobre las historias que consume/lee/ve ... entendí que mis lectores (de estas ficciones que estoy haciendo) deben también sentirse identificados o tocados por algo, debo transmitirles lo mismo que la serie les transmitió y lo mismo que esa serie me transmitió a mí.

Recuerdo muy bien que, al leer una de las mejores ficciones de Pokemon que me ha tocado comprender y estudiar, la primera vez que la leí se me salieron un par de lagrimillas, no por el drama -no había drama alguno xD- ni por una despedida, sino porque Ash hablaba sobre la amistad incondicional que tenía con sus Pokemons... eso no es novedad, pero para mí sí lo era el hecho de que un chileno pudiera interpretar y transmitir la esencia de una serie y un personaje que no fue creado por él, sino que fue creado hace años por otra persona en otro contexto y bajo otras circunstancias, era como si se hubiera puesto en los pantalones de los guionistas, esa conexión me hizo llorar.

Si los guionistas de Pokemon habían logrado impactar tanto a una persona como para hacer que hiciera historias de Pokemon y ésta pudiera reproducir las mismas emociones de la serie en sus historias... es porque realmente todas esas cosas habían tenido un sentido y un significado digno de ser transmitido y proyectado. De ser así, había una esperanza para mis textos también, una esperanza de que esas palabras que dije en tantos cursos de mi colegio tuvieran efecto en los niños, una esperanza de que -cuando sea profesor, si Dios quiere- yo pueda ser un Ash o una Misty o un Brock o alguien importante en la vida de mis alumnos.

¡I love it!

... Los porrazos nos ayudan a entender ...

Un cierto día, una cierta acción hizo que toda esa parafernalia de identidad que había montado se cayera y se destruyera en menos de lo que canta un gallo. Yo venía herido porque había dejado de confiar en las personas, las personas me habían fallado (ver más en Discurso a una Audiencia Imaginaria) y yo ya no quería más con las personas. ¿Cómo podía vivir entonces sin tener que recurrir a las personas? Valiéndome por mí mismo, ya nadie lucharía por mí y -de hecho- a nadie le importaría si yo tenía o no luchas porque para todos "yo soy fuerte, yo me la puedo, yo no necesito de los demás..." (sí, el karma de los maduros)... durante el año pasado logré reafirmar esa identidad basada en lo que yo podía hacer para resolver mis problemas, en lo que yo podía hacer para resolver los problemas de otros, en lo que yo podía hacer para cambiar el mundo. Pero... ¡oh!
Houston tenemos un problema: los humanos no estamos hechos para vivir solos, necesitamos de los demás.

Me sentí vulnerable, me sentí una mierda, me sentí un imbécil... me di cuenta que todo lo que había construido tenía una mala base: el orgullo.

Me sentí genial viendo los episodios de Pokemon, creando historias sobre mis personajes de infancia, reviviendo recuerdos y notando que Ash y Misty son una de las parejas más uuhm... como decirlo, ah sí, adorables que hay... eso, contando los buses de papel y los juegos que hago, se resume en una sola frase: soy un niño

La vida nos da oportunidades nuevas, la vida esta vez fue como una calle donde tropecé y pude levantarme de nuevo, la vida me trató como el niño que soy... soy un niño después de todo, y disfrutaré mi estadía en el mundo de los adultos siendo un niño, pues no quiero ser otra cosa.


2 comentarios:

Camilo Vega V. dijo...

Después de todo, sigues siendo un niño. A pesar de los problemas que -creo- que en más de alguna ocasión has debido superar no han logrado cambiar en lo más mínimo tu alma.

Aunque a veces sientas que obraste de mala forma, eso no te va a quitar para nada el privilegio (a mi juicio) de sentirse como un niño.

Digo que es un privilegio pues los niños, pues su alma es muy limpia, no ha sido corrompida aún por el mundo de los adultos y eso, en nuestro mundo, lo valoro muchísimo.

También, me parece muy bueno que aceptes seguir viendo el mundo con ojos de niño y seguir siéndolo -en tu interior, al menos-, que no lo reprimas y que te guste tanto jugar y relacionar tus actividades preferidas de ahora con cosas que hacías de pequeño.

Tu relato me gustó muchísimo porque hiciste que me fuera involucrando en lo que contabas y, además, me sentí reflejado en varias cosas que te fueron sucediendo. Tal como contaste que una de las cosas que más valorabas de tus historias o relatos es que hicieses que el lector se involucrara y se sintiera identificado, en esta oportunidad lo lograste, con creces, al igual que otras historias tuyas que antes ya he leído.

Y también valoro que en ti vea reflejado a alguien que siempre conserva su esencia a pesar del pasar del tiempo, porque -tal como cuentas- nunca has perdido tu capacidad de imaginación ni desperdiciado tu virtud de ser memorioso, aunque los fines para los cuales utilices tales habilidades cambien.

Ojalá nunca cambies eso y muchas cosas más que veo que eres, Ariel. Personas como tú en el mundo en que vivimos es muy, muy difícil hallarlas y encontrarse con ellas. Te lo digo de verdad, te lo digo y te lo expreso de todo corazón.

Cuídate, Ariel, que estés muy bien, te deseo harto éxito en lo que viene para ti y ojalá podamos vernos muy pronto.

Camilo.-

Carlos Valdés Páez dijo...

Simplemente, Fantástico relato, me sentí identificado en muchas partes.

Me gusta la idea de que tu te sientas un niño... por que pucha que hace falta gente así, que sea capaz de ser feliz con las más mínimas cosas.

Sé que también como lo mencionaste en la historia, uno nunca puede estar sólo, los seres humanos somos para estar acompañados de alguien, aunque en algún momento de nuestras vidas no lo queramos reconocer... pero tarde o temprano, se nota.

De verdad, esta historia hace que uno se involucre con el personaje (tú), o que incluso se ponga en el lugar de él, de verdad me encantó.

Espero nunca cambies tu esencia, tu forma de ser, tu capacidad para reflexionar de uno mismo, de auto-crítica y muchas otras cualidades más. Eres excelente como persona, amigo .

Te deseo lo mejor, ahora se te viene un camino largo pero que podrás superar ampliamente.

Saludos, ojalá nos juntemos de nuevo

Carlos

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