martes, octubre 29

Amor y odio a la U. de Chile

A propósito de las promesas electorales, el cambio en el proceso de selección de las universidades y la gran polémica del ranking. Me parece un ejercicio sano poder decir mi visión de la universidad, la que se supone y tanto se habla de que es la mejor de todas. Debería estar estudiando, pero me parece que hay cosas que no se pueden dejar pasar ni se deben callar.

(...)

Este año en particular ha sido bien complejo, y si bien es cierto sería una falacia englobar a toda la Universidad de Chile dentro de lo que voy a decir, sí lo puedo hacer con conocimiento de causa respecto de las dos realidades que he vivido: la Facultad de Filosofía y Humanidades, y la Escuela de Gobierno y Gestión Pública.

En el sentido práctico, puedo decir que la universidad me provee de buenos profesores (hay otros que no, pero sí, hay varios buenos), ramos que pueden ser útiles o interesantes, lecturas que pueden parecerme apropiadas o a las que les puedo sacar provecho (no siempre, pero ahí va con la vocación y la preocupación de cada uno), por la seguridad que me otorga saber que egresar de esta universidad es un símbolo de un trabajo constante, de ser un profesional con capacidad y conocimientos, y poder optar a un buen puesto de trabajo.

Pero la odio. Me es doloroso, o a lo menos desgastante, venir cinco días a la semana a formar parte de una universidad en la que no creo, de una institución que dice ser pública, de calidad y que fomenta la equidad, pero que en la práctica me ha demostrado que imperan más los números y las matemáticas de los costos-beneficios, que el rigor académico.

Trabajé arduamente cuando estuve en Licenciatura en Historia, pero la malla me desmotivó. Yo quería ser el mejor profesor de Historia para mis alumnos, poder nutrirme de todos los conocimientos para poder abrirle puertas a ellos y que fueran los mejores el día de mañana. Pero es difícil hacerlo en una universidad que considera "de calidad" pasar Sumer, Egipto, Grecia y Roma en un sólo semestre, y en las muchas paralizaciones, ni siquiera preocuparse de terminar el semestre como se debe. Es difícil hacerlo cuando vas a pedir un ramo extra de idioma extranjero (Inglés) y te insinúan que se sacó el estudio obligatorio de idiomas porque estresaba mucho a la gente. Cuando quieres tomar un ramo en otra facultad y poco menos que te insinúan que no te la vas a poder o te vas a sobrecargar mucho de trabajo. Y si me sobrecargo, ¿qué? Problema de cada uno cuántas piedras le pone a su mochila.

Podrán haber profesores excelentes, pero si la planificación de la carrera es mala, ¡nada que hacer!

Y la Escuela de Gobierno y Gestión Pública también tiene problemas gravísimos de fondo. Es cierto que hablo de dos facultades que no generan grandes ingresos y viven en una constante precarización (sobre todo la Escuela de Gobierno), no obstante, de todos modos me parece terrible la mediocridad. Pensar que una unidad académica ha pasado en cuatro edificios distintos en los últimos cuatro años, y que han sido los alumnos quienes han buscado cambios y han tratado de mejorar la situación me parece aberrante.

Nos están enseñando a administrar y no saben ni siquiera administrar una facultad pequeña de 400 personas. Nos enseñan a implementar políticas públicas y no son capaces de resolver los problemas que se plantean. Nos enseñan a administrar a grupos de personas, pero no son capaces de ser empáticos y tratar de generar un beneficio para nosotros. En el Instituto Nacional una sola generación eran 600 alumnos, teníamos salas, sillas, pizarrones e instalaciones precarias, era un gran edificio pero tenía montones de complicaciones y problemas, sin embargo, había un afán de querer ser más, de buscar saber más, esa búsqueda bonita de superación. Pero acá todo son trabas. La gota que rebasó el vaso es que nos quieren hacer pasar un ramo en dos días. Sí, ¡cómo lo lee! Que en un día viernes y un día sábado, pasemos 18 horas de curso intensivo y aprobemos un ramo. ¿Eso es rigor académico?, ¿esa es la Universidad de Chile que habla de la educación de calidad? ... a mí me importan un bledo las palabras, pero para mí es una vergüenza como institución. La universidad cobra (a alumnos de mi generación) $2.609.500 anuales por hacer basuras como ésta. ¿Es dinero bien pagado?

Cobran un dineral por estudiar en la universidad. Se jactan de la inclusión, de tener la beca de equidad (que sí, es una gran ayuda), de tener programas de atención escolar y otros beneficios; pero no me pueden hablar de equidad cuando se hacen reuniones con directivos para no tener clases o pruebas en los días sábados porque hay gente que trabaja y nos responden que no deberíamos trabajar o que es problema de nosotros. Hay mucha gente que viene desde regiones, que vive una situación económica deficitaria o necesita/quiere ganar dinero para poder pagar fotocopias, pololear, comprar almuerzos, celebrar. Entonces, además de no tener un rigor académico, es un chiste la universidad de la equidad...

Por lo mismo, tampoco puede ser pública. Una institución que quiera hacer un ramo en dos días no puede estar pensando ni en el rigor académico, ni en el prestigio, ni en el bien público considerando que somos profesionales que estaremos actuando en el mismo Estado. Es cierto que el ramo no es tan importante, pero llega a ser indignante. Mediocres.



jueves, octubre 10

..

Bueno... ya definimos algo. Es un avance, un avance que me tiene contento. Falta levantarse de a poquito, pero ¡podemos!, ¡sí podemos!

martes, octubre 1

No saber

Tengo muchas preguntas por hacerme, por más que esté ansioso y me pida respuestas, hay cosas que no me puedo dar todavía. Quizá no sea sólo una causa, ahora que lo pienso, fue un colapso general, pasaron muchas cosas antes de cambiar el switch y estar donde estoy en este momento.

El momento de admitirlo llega a ser una cosa de liberación; decir que dejemos de escudarnos en el orgullo, que dejemos de emplear el miedo y empecemos a usar ese olvidado corazón. Si al final, mi problema es ése, dejé de sentir, dejé de vivir, soy un mini zombiecito con cuerpo de hombre. Es como ese hombrecillo envuelto en una armadura (mi memoria anda tan atrofiada que ni me acuerdo el nombre del libro, bueh), por alguna razón me encerré y encerré y se me olvidó cómo salir, jajajajajajaja.

Yo sabía que tener una sombra o antítesis me iba a desestabilizar a la larga, sabía el desajuste que iba a quedar cuando no tuviera esa muralla que me contenía y (paradójicamente) guiaba mis pasos. Si al final, yo estaba súper bien en la medida que empleaba y hacía las cosas que creía correctas. Quizás caí cuando vi que no podía sostenerme en ese pensamiento, que la forma en que me había planteado las cosas me estaba jugando muy en contra en una cierta contingencia, quizás ahí me fui a la B, cuando vi que nada de lo que tenía pensado me serviría. 

Quizás ya dije en realidad lo que pasó, solo que no es una historia muy conveniente de ser contada. Es fome tener la percepción de ser una persona muy buena y que hace muy bien las cosas, y pasado un año, recordarse un par de veces al día esas veces en que el dolor me superó y dije lo que me dolía, las veces en que he lastimado con mis palabras y recuerdos, sentir en el fondo que no eres ni bueno ni haces bien las cosas. Bueno, si me van a querer, quiéranme en mis crisis también, yo me encargo de dar mi mejor esfuerzo.

¿Me habré cansado de luchar contra la marea y supe muy tarde que no tenía para qué pelear contra el mar? Quizá, aunque mi terquedad nunca me dejaba fuera de combate. Tal cual perro que se muerde la cola, día a día fui a pelear para detener las mareas, a ver si un hombrecito podía detener el movimiento de las olas, que iluso fui, pero no me culpo, la ignorancia nos hace cometer errores siempre.

Quizás la crisis habrá terminado cuando sepa cómo enfocar las cosas de ahora en adelante. Me había cuidado tanto y te había cuidado tanto, y ahora, apenas me puedo cuidar yo (pero bueh, al menos es una preocupación menos). En una de esas, esa tácita traición que me hice fue lo que cortó el vuelo, en vez de ponerme a defender como loco quizá debí seguir fiel a mi forma de ser, buscando la forma de tener tres delanteros adelante aunque anduviera perdiendo y tuviera gente expulsada, al final los partidos se ganan con goles, no ratoneando. Pero no, la batalla venía perdida de mucho antes...

Es tragicómico, se supone que la batalla salió bien y recibiste lo que necesitabas de mí; pero para mí fue una masacre de proporciones, se me cayeron todas las ideas, los anhelos, los pensamientos; es como lo que le debió pasar al fanático geocentrista cuando todos le demostraron que en realidad la Tierra era una anécdota en el universo, ¡conchetumare! Las cosas no pasan como yo pensaba, pucha, ¿ahora qué hago?

Y así he andado meses... sin una hoja de ruta. Sin saber ¿qué quiero?, ¿por qué lo quiero? y ¿cómo lo quiero?. Esas tres preguntas básicas para tomar cualquier decisión, yo no las sé.

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