martes, mayo 29

Necesidad

Mi humor cambia rápidamente,
paso de la alegría a la rabia
en cuestión de segundos.

Comienza a hacerse más evidente
ese comportamiento extraño,
aquí, en mi casa.

No estoy acostumbrado
a que se rían en mi cara
sin querer hacer yo nada.

En estos momentos, te odio,
pero sé que mañana será distinto,
cuando te vea en el pasillo.

Dije que nada me impediría estar feliz,
que sonreiría incluso con las desgracias,
pero siempre viene alguien
a reírse de mis promesas.

¿Por qué hacerse más problemas?
Solo eres lo que quiero que seas,
depende de mí el que seas mi musa,
o solo una mujer más.

A veces es necesario retroceder,
para poder seguir avanzando;
daré media vuelta y proseguiré mi marcha,
si tus pies se encuentran con los míos,
será solo casualidad.

No agrego una palabra más,
quiero evitar ese himno de estadio
que podría cantarme yo mismo,
sabiéndose engañado.

Y es que definitivamente,
por mucho que me haya rondado la idea,
no necesito alguien como tú
(aunque quizás mañana piense otra cosa,
espero que no).

Telaraña

No quiero hacerme problemas,
pero escribiendo esto,
ya te estoy convirtiendo en uno.

No se habla de aquello que no importa,
no se recuerdan aquellas cosas carentes de sentido,
ni tampoco se escuchan a manera de eco
los nombres de ciertas personas, porque sí.

Quiero esperar, solo esperar,
regar la planta poquito a poquito,
ver si el temporal me la ahogará
o tendrá piedad de la florcita que puede salir.

No me hago expectativas,
estoy literalmente entregado
a lo que diga el que gobierna mi vida,
pero de todas formas,
eso no quita que seas una potencial opción.

Sé que puedes ser tan frustrante
como yo lo soy para cualquier mujer,
pero eso es lo que me llama la atención,
tener que ir descubriéndote.

Me encanta la sutileza en este tipo de juegos,
ir pasito a pasito, deteniéndose en cada detalle,
armando un rompecabezas enorme,
inquietándome con preguntas y quedándome sin respuestas.

Me das la sensación, por momentos,
de ser la presa en una telaraña gigante,
de saberse presa en esa telaraña,
y querer serlo.

Odio entregar mi espacio,
odio desprenderme de mi tiempo,
odio alejarme de mis soledades,
pero me sale más costoso
quedarme con todas esas cosas
y tener un corazón roto.

Quédate, te lo digo casi a modo de súplica,
quédate, aunque mi mirada no te diga nada,
quédate, aunque use a otras para distraerte,
quédate, porque te quiero aún a esa maldita distancia,
o mejor acércate,
ya me tienes en tu telaraña.

sábado, mayo 26

De La Florida a Peñalolén por la precordillera

El pasado fin de semana largo aproveché de hacer una travesía que me producía cierta curiosidad, la cual era atravesar la precordillera por el pie andino del camino de las torres de alta tensión y ver hasta dónde podía llegar desde La Florida. Esta ruta es frecuentemente utilizada por gente ligada al mountain bike, pero no sabía cómo era para personas que se movilizan a pie (como yo).




La parte más entretenida fue el comienzo, tengo que reconocer. Empecé la travesía en Rojas Magallanes, al final de la calle, donde se encuentra el Colegio Pablo Apóstol. Para llegar se pueden tomar los recorridos E03, E03v o E10, y caminar desde el último paradero hasta el final de la calle.

La primera vez que llegué a este lugar, en 2009, solo había un cerco de alambre de púas y un hermoso paisaje verde debido a las lluvias (era invierno), por lo que no conocí nada y me devolví. No obstante, en este último tiempo, es posible entrar a través de un portón. Es común ver gente ligada al mountain bike, trekking y deportistas debido a que en el lugar se emplaza el Circuito Alpes (un circuito de senderos de mountain bike) y también es ruta para llegar al cerro Minillas.


Este lugar es también conocido como Bosque nativo El Panul. Fue recientemente salvado de las obras de una constructora que deseaba construir casas y departamentos en parte importante de la superficie de este bosque, lo cual fue impedido por la acción del municipio y un plebiscito que consultó a los vecinos.

Su flora tiene la característica de ser esclerófila (plantas con cubierta foliar dura, las cuales se renuevan constantemente nutriendo los suelos y dándoles mucha fertilidad). Este tipo de bosques, además, es sumamente escaso en el mundo debido a que existen poquitas zonas con clima mediterráneo. En el caso de El Panul, los árboles que más se ven son espinos, litres, quillayes, guayacanes.


Anteriormente había estado en el bosque y llegué al Sendero de Chile (o, al menos, un tramo interrumpido de éste), el cual es un ambicioso proyecto que busca unir Chile por un sendero precordillerano. Esta parte del sendero está sobre la cota 1.000m, todos los caminos del Circuito Alpes terminan llegando a este lugar, así que no hay que preocuparse mucho sobre cuál huella tomar.


Caminé por el sendero norte (Lo Cañas) llegando hasta la quebrada de Lo Cañas, después me di un par de vueltas inútiles intentando buscar la continuación del sendero pero, al no existir, tuve que usar el "camino de las piedras" (así le llaman los ciclistas que me topé ese día, NO CONFUNDIR con la quebrada misma) y volver a la huella de las torres de alta tensión. En la bifurcación que aparece abajo, es el camino de mano izquierda, que "vuelve" hacia la ciudad.


Tras una hermosa caminata con el bosque como paisaje, llegué a la huella de las torres de alta tensión. De aquí en adelante, tengo que admitir que no es una caminata aburrida pero sí monótona. Por lo que les recomiendo no hacerla (hay otras opciones mucho mejores para caminar como la Quebrada de Macul, Quebrada El Ensueño, etc) o, al menos, hacerla en primavera cuando el paisaje sea más verdecito y bonito (eso sí, no después de lluvias, por el barro).

En el camino tuve que atravesar varias barreras de alambre de púa, no tengo idea cómo lo hará la gente en bicicleta (sobre todo con una que estaba bien cerrada), pero el punto es comentarles que es un camino semi-expedito. Vi varias personas mientras caminaba, como ciclistas y hasta una pareja que caminaba junta.






En el camino, a diferencia de mis largas caminatas urbanas, hartas veces pensé en declinar y retirarme porque me estaba aburriendo, pero tragicómicamente no tenía otra opción más que llegar a Peñalolén para poder buscar una vía de salida, porque no reconocí (y no me esmeré tampoco) el camino que lleva a Alto Macul y era muy temprano para salir por Lo Cañas.

Cuando llegué a la Quebrada de Macul, famosa por el aluvión de 1993, me sentí más aliviado porque sabía que quedaba menos camino. En realidad, e insisto, el trayecto no es aburrido, pero sí monótono. Las piscinas decantadoras que se construyeron para mitigar y evitar otros aluviones estaban a la vista mía, en ese punto me sentí súper contento porque nunca me había planteado estar ahí, pero lo estaba y ¡son enormes!.



En este punto, recordé que una de mis ideas era llegar a la Quebrada de Ensueño o avanzar por la Quebrada de Macul, pero me dio flojera porque ya eran como las 3.30 de la tarde y al ser invierno, solo iba a poder avanzar hasta las 4.30, para eso mejor iba otro día y lo aprovechaba bien. Avancé por la huella de las torres de alta tensión, vi gente cabalgando y una familia regresando desde la quebrada.

Al final, vi un desvío que iba hacia un condominio y no dudé en avanzar sobre él para terminar con la travesía. Me quedaba poquito para llegar a la Universidad Adolfo Ibáñez, pero no le encontraba sentido llegar hasta allá si no lo iba a disfrutar y considerando que el regreso era más complicado (salir a Grecia, tomar micro, después otra micro, no almorzar...).

Sin quererlo, entré al barrio Las Pircas, el cual debe ser uno de los accesos más cortos a la Quebrada de Macul. Este barrio es de un segmento alto, había oído hablar de él pero nunca me había llamado la atención venir a conocerlo. Terminé conociéndolo por mera casualidad. Caminé el kilómetro y medio que hay entre el lugar desde donde salí y la calle Las Perdices.


Tomé una de las micros que pasa por el sector y terminé almorzando en el Mall Paseo Quilín.

jueves, mayo 24

Paso

 
A medida que tu cara se vuelve más familiar,
más grabada va quedando en mi mente,
el sonido de tu voz va haciendo eco
en los silencios de la calle.

Hay veces en que me dan ganas de sentir tus manos,
de tocarlas, de apretarlas, de pellizcarlas, de acariciarlas,
hay otras veces en que absurdamente deseo abrazarte,
pero me callo, no quiero que lo sepas.

Quisiera pensar, después de ver tu sonrisa,
que conmigo podrías ser tanto o más feliz de lo que eres ahora,
quisiera pensar, después de ver tus ojos,
que conmigo podrías vivir tantas o más aventuras de las que vives ahora.

Pero no creo que sea así,
no me veo tomándote de la mano,
ni tomando un helado contigo un día sábado en la tarde,
no sé de qué conversar contigo.

Sé cómo te llamas, adónde vives,
sé lo que te gusta, y creo deducir también que cosas no,
me imagino lo que he oído sobre ti
y me pareces una buena persona.

Me gustaría conocerte, pero también me da miedo;
el día en que asuma lo especial que eres
dejaré de tener los pies en la tierra,
serás como un terremoto en mi mente.

Vendrás a sacudir todas las estructuras existentes,
vendrás a echar por tierra todos esos planes de futuro,
vendrás a hacer aparecer bolsillos vacíos,
vendrás a darme sonrisas a cambio de nada.

Me gustaría pensar que podría hacerte feliz,
pero hace tanto tiempo que no comparto estas cosas con alguien,
que me siento pequeño, casi un inútil,
en eso que llaman amor.

Me han gustado otras niñas,
pero no he dado el paso
porque me pregunto,
¿y qué pasará después?

Soy un cachurero para las cosas,
soy un pasajero para las personas,
acumulo experiencias y cuento mis vivencias,
acumulo recuerdos y cuento sus sonrisas.

Pero a ti no te dejaría,
no quiero que seas una pasajera más,
no quiero darte todo y que te vayas,
no quiero que me hagas lo mismo
que le he hecho a tantas otras personas.

Rompecorazones creo que nunca he sido,
incomprendido es quizás algo que me podría atribuir,
enamoradizo creo que nunca he sido,
huidizo es quizás algo que me podría atribuir.

Huyo, huyo de ti, amor
aunque tengo cartas para jugar,
deseo robar otra del mazo,
y, por mientras, decir solo: "Paso".


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